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VICENTE GARCÍA RIESTRA | Superviviente del campo de concentración de Buchenwald

"Ningún gobierno se ha molestado en borrar el decreto franquista que me quitó la nacionalidad"

"A la ley de Memoria Histórica yo la llamo ley del olvido: asesinaron a mis hermanos, nos lo quitaron todo y ellos siguen viviendo tan tranquilos"

Vicente García, en Gijón. ÁNGEL GONZÁLEZ

Vicente García Riestra (Pola de Siero, 1925) es el último superviviente español del campo de concentración de Buchenwald (Alemania). Allí llegó en plena Segunda Guerra Mundial tras ser capturado cuando espiaba para la resistencia francesa. Ahora, a sus 93 años, García Riestra vive en Trelissac (Francia), donde tiene una calle a su nombre y donde ha recibido las más importantes condecoraciones como héroe de guerra. Hoy vuelve a su tierra natal para estar presente en tres actos. Primero en Oviedo, donde descubrirá una placa a la una de la tarde; a las 16.00 horas en Pola de Siero para firmar su libro, "42.553. Después de Bunchewald", que después presentará en Noreña a las 18.15.

- Nació en Pola de Siero, vivió en Noreña, pero pronto tuvo que exiliarse.

-Sí, en 1937 me fui de Noreña con mi madre y mi hermana. Cogimos un ferry a Burdeos y después fuimos por carretera a La Garriga, cerca de Barcelona. Allí estuve hasta el 39. Vivíamos encerrados en una escuela y cuando llegaron las tropas de Franco tuve que pasar la frontera a Francia.

- ¿Qué pasó para que acabara en un campo de concentración nazi?

-En Francia vivíamos en un campo de refugiados. No estábamos muy bien considerados y lo pasamos fatal. Me uní a la resistencia, como la mayoría de los españoles republicanos en el exilio. Eso hizo que me tuvieran en mejor estima. Hacía de espía hasta que me agarró la Gestapo.

- ¿Cómo fue la experiencia de llegar por primera vez a Buchenwald?

-Allí llegas después de dos días de tren. No sabes ni a dónde te llevan ni para qué, si para matarte o para trabajar. Cuando entras ves un edificio muy bonito, pero al pasar la verja se te cae el alma al suelo. Allí en la plaza de control había verdaderos muertos vivientes, sin color y con las costillas fuera. Los guardias entonces te señalaban a las chimeneas, diciendo que la única salida era por ahí.

- ¿Cómo se lidia con eso?

-Teníamos ganas de llegar vivos al día siguiente esperando que por fin triunfaran las tropas aliadas. Esa era nuestra única esperanza.

- Y así sucedió. ¿Qué pasó después?

-Los españoles teníamos problemas para salir. Ningún país nos reclamaba, y menos el nuestro con Franco. Éramos apátridas. Yo tuve suerte de haber dejado familia en Francia y haber sido guerrillero.

- ¿Sigue sin tener la nacionalidad española?

-Efectivamente. Ningún gobierno español, de ningún color, se ha molestado en borrar el decreto de Franco que nos quitaba la nacionalidad. Podemos sentirnos españoles, pero en términos legales no lo somos. En Francia me lo han dado todo, sus mayores honores, y tengo toda mi vida aquí. Soy feliz dando charlas a los niños en los colegios, para concienciarles de que aberraciones así nunca vuelvan a suceder.

- ¿Cómo ve la ley de Memoria Histórica?

-Yo la llamo ley del olvido. Asesinaron a mis hermanos, nos lo quitaron todo y ellos siguen viviendo tan tranquilos. Nunca se nos ha compensado por lo sufrido en absoluto. Yo soy republicano, nací republicano y moriré republicano, nunca reconoceré la monarquía, eso es todo.

- ¿Vamos camino de volver a situaciones similares?

-No puedo juzgarlo, pero tiene pinta. Viendo a los fascistas en Italia o a partidos en España que no condenan el franquismo. Se ocultan tras la democracia para en su momento pegar el estacazo.

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