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Investigación de un crimen que estremeció a la región

El asesino de Lorena Dacuña: "La maté porque la vi besándose con otro hombre"

José Manuel Sánchez, trasladado por seguridad a la cárcel de Mansilla de las Mulas, revela que entró al portal "porque se dejaron la puerta abierta"

José Manuel Sánchez, esposado, el día que fue enviado a prisión. J. RUS

"La maté porque la vi besándose con otro hombre". Esta es la última versión ofrecida por José Manuel Sánchez Merino, el asesino confeso de la gijonesa Lorena Dacuña, que acaba de ser trasladado por seguridad del Centro Penitenciario de Asturias, donde presumía de lo ocurrido, hasta la cárcel de Mansilla de las Mulas, en León. El camarero, de 49 años, sostiene que la madrugada de este crimen machista tan solo quería comprobar con sus propios ojos que su expareja había comenzado a salir con otro hombre, tal y como le había dicho días antes en un bar, pero sin intención de matarla. Según esta nueva versión, el cambio en su conducta llegó cuando vio que la limpiadora gijonesa, de 41 años, se besaba con un hombre en el portal de su casa, en la calle Callao del barrio de La Calzada. Fue ahí cuando decidió matarla. "Si no la veo con otro no la mato", explica ahora Sánchez Merino.

El único acusado en este asesinato que conmocionó a toda la región -y que llevó a una declaración institucional del Ayuntamiento aprobada en el Pleno del miércoles- fue detenido el 5 de febrero escondido en su habitación de un piso de la calle San Luis tras varios días de búsqueda. Por el momento solo ha declarado ante la Policía, donde dio cuenta detallada tanto de su relación sentimental con Dacuña, de ocho años de convivencia, y de cómo la mató. Sánchez Merino reconoció entonces que sacó un cuchillo que llevaba en la mochila -declaró que lo llevaba "por si tenía problemas" con el supuesto novio de Dacuña- y que al ver que se le rompió fue a la cocina a por otro. Tal y como figura en el informe de la Policía Científica al que tuvo acceso LA NUEVA ESPAÑA, cogió el cuchillo más grande que había en la cocina para lograr su propósito de matarla.

Con protección en prisión

Con protección en prisiónUna vez detenido y tras confesar el crimen, Sánchez Merino fue trasladado a dependencias judiciales. Esta vez, con un nuevo abogado, del turno de oficio, se acogió a su derecho a no declarar ante la magistrada de Violencia sobre la Mujer, que decretó su ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza. En la cárcel asturiana, donde había estado recluido casi tres años por maltratar a otras parejas y adonde Dacuña iba a verle para los vis a vis, se quedó desde un principio en el módulo de ingresos y acompañado por dos presos de confianza. Allí contaba el crimen cometido a todo el que le quisiera escuchar. "Tenía que haberlos matado a todos, mira lo que dice su familia en la prensa", repitió en más de una ocasión.

El riesgo de que sufriese alguna agresión por parte de otro recluso motivó que hasta Instituciones Penitenciarias solicitase al Juzgado de Violencia un traslado de cárcel para garantizar su seguridad. Santander y Mansilla de las Mulas fueron las opciones, hasta que al final se optó por la prisión leonesa, donde también está recluido Javier Ledo Ovide, el acusado del otro crimen machista de la región que está pendiente de juicio, el de la gijonesa Paz Fernández Borrego. Sánchez Merino tiene como objetivo trabajar en prisión a sabiendas de su futura y más que posible amplia condena. Sus escasos contactos con el exterior son con su abogado, que confirma a este periódico su traslado a León. También allí ha relatado que logró entrar en la vivienda

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Concentración en Gijón por el asesinato de Lorena Dacuña

Sin opción de defensa

Sin opción de defensaEn León permanecerá ahora Sánchez Merino hasta el juicio, salvo que su presencia en el Juzgado de Violencia o en el Servicio Interdisciplinar de Atención a las Drogodependencias (Siad) -el día del crimen había estado consumiendo cocaína- sea necesaria. Otra de las opciones que tiene para salir de la cárcel, aunque sea por unas horas, es si finalmente se realiza una reconstrucción del crimen, una idea que está sobre la mesa, pero sin decisión tomada.

La instrucción del caso, por su parte, sigue su curso y está encaminada, lo que hace pensar que no se demorará mucho su conclusión. Son pocas las incógnitas que quedan ya sobre la mesa, especialmente tras la autopsia definitiva que reveló que de los múltiples cortes que presentaba la víctima -una veintena- solo una de las puñaladas fue mortal de necesidad, la que afectó a la parte inferior del corazón. Esa autopsia confirma también que apenas tuvo opción de defensa. Sánchez Merino, por la tipología de delito, será juzgado por un jurado popular por lo ocurrido.

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