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Los usuarios de la Cocina Económica se disparan en Gijón: un 40% más por la pandemia

La entidad detecta un cambio "alarmante" en el perfil de los beneficiarios y afronta un fin de año "de locos", con menos medios y "mucha incertidumbre"

Un usuario, ayer, recogiendo su ración en la Cocina Económica, que tiene el comedor cerrado por el covid. J. PLAZA

El número de usuarios de la Cocina Económica, una de las principales entidades asistenciales de la ciudad, se ha disparado desde el pasado mes de marzo, en que se decretó el confinamiento, y no parece que la situación esté llamada a mejorar sino a todo lo contrario. El número de personas que pasan por las instalaciones de la Cocina cada día ha aumentado "un 40 por ciento si lo comparamos con el mes de agosto del año pasado; esto es de locos", resume de forma contundente Luis Torres, presidente de la Asociación Gijonesa de Caridad. A esa alta afluencia se suma "el palo" recibido desde la consejería de Bienestar Social que ha recortado 790.487 euros en ayudas para proyectos sociales -a Gijón le corresponden 150.000 euros- en una decisión que, tal y como adelantó LA NUEVA ESPAÑA, tiene ahogadas a las entidades sociales de la ciudad.

La casa está sirviendo estos días más de 660 raciones, entre comidas y almuerzos, a todos los que se acercan a sus puertas en busca de la ayuda más elemental. Y al margen de las cifras, los gestores de la Cocina ven con alarma cómo va cambiando el perfil de los usuarios en los últimos meses. "Está llegando gente que nunca antes había venido a pedir comida, y aunque dábamos por hecho que la demanda iba a aumentar, no pensábamos que iba a ser tanto", afirma Luis Torres.

Precisamente Torres mantendrá hoy una reunión con la alcaldesa, Ana González, para exponerle la situación actual de la casa, en un momento en el que los recortes anunciados por la Consejería de Bienestar Social la pondrán en una posición especialmente delicada. La desaparición de la convocatoria de ayudas par los próximos ejercicios supondrá que la entidad deje de recibir 23.400 euros para sus actividades cada año. "Un palo enorme, pero seguiremos remando, no nos queda otra que atender a todos los que nos lo piden en la medida de nuestras posibilidades", recalca.

La entidad se prepara así para cerrar un año de récord, después de que en 2019 prestara unos 168.000 servicios. Ya entonces las cifras eran muy malas, porque suponían haber despachado 5.000 comidas más que en el año anterior, lo que supuso un incremento del 3% respecto al número de desayunos, comidas y cenas de 2018.

La sensación hace unos meses era la de haberse topado con más clientes de los que se pensaba, fruto de lo que entonces ya definía Torres como "una situación de incertidumbre". Nada comparado con el panorama que se ha presentado este año, con una oleada de necesidad sin precedentes y con una merma en los recursos que las entidades sociales han recibido con gran disgusto.

En el caso del Albergue Covadonga, el principal portal de acceso a ayuda básica para quienes se encuentran en la calle, la casa está llena y con un aforo reducido al 70 por ciento. Dentro de lo malo, "estamos contentos porque hemos podido seguir funcionando con relativa normalidad", confiesa Julia Castro, directora de Programas.

Las cifras no dirán verdad a finales de año, habida cuenta de que la entidad tiene este año menos capacidad para atender a la gente con el fin de mantener las distancias de higiene y seguridad. Pero ya el pasado había sido de mucho movimiento, con un centenar más de personas atendidas con respecto al ejercicio anterior. El cierre de fronteras en el confinamiento y las restricciones de movimientos con otros países han hecho que lleguen menos personas extranjeras, recuerda Castro, pero con todo la ocupación está garantizada tanto en el recurso habitacional como en el centro de baja exigencia.

Por eso los recortes en ayudas de Bienestar Social suponen un varapalo y "estaremos moviéndonos contra esta merma donde sea necesario", advierte Castro.

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