Cangas del Narcea,

Pepe RODRÍGUEZ

Los pescadores de Cangas del Narcea creen que la única posibilidad de que el salmón y la trucha se recuperen realmente en los ríos asturianos pasa por una vigilancia intensiva para terminar con el furtivismo. «Los furtivos campan a sus anchas, son casi una parte más del ecosistema, y así es imposible sacar adelante la vida de los ríos», explican desde la asociación de pescadores Fuentes del Narcea.

Los socios de Fuentes del Narcea, como la inmensa mayoría de personas relacionadas con el sector, se encuentran enormemente preocupados por la salud los caudales asturianos, sobre todo después de que se cerrara hace unos días la peor temporada de pesca de la historia.

Román Herrero Díez, vicepresidente de Fuentes del Narcea, cree que su asociación tiene mucho que decir y proponer en la actual polémica sobre el salmón. Para empezar, critica que «los furtivos están incluso a plena luz del día sin que nadie les diga nada. Es imperativo que la administración haga algo al respecto y cree un servicio de guardería específica para los ríos y lleve trabajos en cooperación con los servicios de protección de la naturaleza de la Guardia Civil. Eso es el abc, lo primero que hay que hacer».

Heerero también propone «la aplicación de medidas para ayudar a la trucha, porque es muchos sitios parece que la consideran de segunda y nada más lejos de la realidad. Para nosotros es tan importante como el salmón». Para ello la asociación tiene en marcha muchos proyectos de limpieza de ríos. «Los peces también necesitan sol, y como se está perdiendo el laboreo de las tierras las riveras se están degradando», explica el directivo.

Volviendo al tema del salmón, y analizando más profundamente las posibilidades de recuperación de la especie en el Narcea, la asociación opina que «hay que centrarse en los afluentes, el Pigüeña y el Lleiroso, porque son la sangre del Narcea, son las zonas de freza, imprescindibles para que la especie vuelva». En cuanto a las repoblaciones prefiere ser cauto: «No se puede sustituir la repoblación natural por la artificial como norma y sin precauciones, puede ser contraproducente y no podemos correr el riesgo de que los salmones dejen de venir porque perderíamos un emblema. Fácilmente, el salmón puede ir a reproducirse donde mejores condiciones encuentre. No es como la trucha, que se adapta, el salmón necesita que las condiciones sean perfectas y, si no, se irá a los ríos de Inglaterra o Escocia y asunto arreglado».