San Antonlín (Ibias),

V. DÍAZ PEÑAS

Un mapa, varios puntos por encontrar y, sobre todo, ganas de divertirse. Esto fue lo que necesitaron los participantes en la primera carrera de orientación que se celebró ayer durante toda la mañana en San Antolín de Ibias. La iniciativa organizada por el colegio público Aurelio Menéndez en colaboración con Asociación de Padres y Madres (AMPA) contó con la participación de cerca de 150 personas. Los valientes caminantes tenían la posibilidad de elegir entre tres itinerarios: el corto, de dos kilómetros; el medio, de cuatro, y el largo y más difícil, de seis. Todos se reencontraron con la capital de Ibias paso a paso.

Uno de los objetivos de esta prueba era promover una jornada de convivencia entre padres, hijos y profesores del centro a través del deporte y la actividad física. La prueba estaba enmarcada en el proyecto «Ibias, lenguas y culturas 2010» y con ella se pretendía, ante todo, mantener el nexo de unión entre los antiguos alumnos del colegio y el centro. Todo ello en un entorno natural sin igual, a través del deporte y gracias a un centro educativo que rebosa actividad y trabajo.

Desde primeras horas de la mañana, los participantes tuvieron que hacer gala de su buena orientación. Como explica Visitación Blanco, directora del colegio público, en estas pruebas no importa la velocidad sino saber entender un mapa. «No gana el que más corre, sino el que mejor se sabe mover. Pero lo más importante es la convivencia entre padres e hijos», señala la directora mientras Jonatan Díaz, coordinador de la prueba, entregaba los mapas a varios participantes. El área recreativa, la piscina, la campa, la iglesia? Los distintos recorridos comunicaban San Antolín de punta a punta.

Los corredores no sólo aprovecharon para poner a prueba sus conocimientos de cartografía, también disfrutaron de este concejo del Suroccidente de Asturias. Y es que aparte de alumnos del colegio, varios grupos de visitantes se animaron a participar en la prueba. Jorge Vicente, Vanesa García, Javier Briones y Lorena Cuesta llegaron a Ibias desde Avilés y recorrieron el pueblo a golpe de mapa. «Es la primera vez que venimos a Ibias. La idea era participar en la prueba, es la excusa perfecta para conocer esta zona», explicaba Vicente. Todos coincidían en que se lo estaban pasando «de vicio», aunque alguno aseguraba que no estaba acostumbrado a practicar deporte los domingos.

En otra de las calles de San Antolín, la familia formada por Carlos Burón y Alba Magdalena se afanaba en buscar una de las balizas que marcaba su recorrido. La pareja participaba en la prueba con sus dos hijos, uno de ellos tan pequeño que tenía que ir en el carricoche. «La verdad es que lo estamos pasando muy bien, y los críos igual. Nos estamos divirtiendo y, a la vez, estamos disfrutando de nuestros hijos», explicaba Carlos Burón. Su mujer seguía mirando el mapa y cabeceaba, no lo veía nada claro. Tal vez con una brújula? Eso sí, no tenían en mente ganar la prueba, lo importante para ellos era participar.

A eso de las dos, los participantes fueron llegando a cuentagotas al colegio, punto final del rastreo. Casi todos sudaban la camiseta, pero sonreían. La carrera de orientación se cerró con la entrega de premios y con una comida de confraternización en la que también participó el colectivo de inmigrantes.

Una vez más el colegio «Aurelio Menéndez» dio muestras de ser un centro vivo. Y es que, como apuntó su directora, es vital que en una zona rural como esta los colegios sean parte activa del concejo. «Estas jornadas de convivencia son muy positivas para los estudiantes y para el pueblo. Estamos en una zona rural donde es muy difícil la comunicación y la socialización. Por ello apostamos por actividades como estas», puntualiza.

El próximo año Ibias volverá previsiblemente a salir en los mapas de rastreo de Asturias. Y es que después del éxito que registró la prueba deportiva, la dirección del centro ya piensa en continuar. Una vez más, el esfuerzo de casi dos años de preparación mereció la pena. Solo falta que el próximo año la participación sea aún mayor. En San Antolín nadie se pierde con un mapa que lleva por una ruta de diversión.