Los concejos de la Reserva de la Biosfera de Oscos-Eo se han puesto manos a la obra para combatir el «feísmo» en el medio rural. Pagarán a la gente para retire «aquellos elementos constructivos que se alejan de los valores tradicionales del territorio». Es una manera elegante de referirse a los somieres reconvertidos en refinados cierres de finca, las bañeras de fundición que hacen las veces de bebedero de vaca en los prados, o las vanguardistas macetas construidas a partir del tambor de la lavadora. El fin que persigue la iniciativa es de lo más loable, a la par que saludable para los ojos que miran. Aunque tengo que discrepar con los modos. En lugar de gastar dinero en subvenciones para matar lo feo, deberían atreverse a multar sin complejos a los autores de estos soberanos atentados. Y perseguir a los ideólogos (vale, con esto último se me fue la pinza). ¿No existen multas por expeler excrementos en la vía pública? Un «somier-cancella» también es una cagada.