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El tiempo está bajo control en Castropol

Julio Martínez controla la estación que la Agencia Estatal de Meteorología acaba de instalar en el campo de La Paloma

Martínez abre la puerta del equipamiento. REPRODUCCIÓN DE T. C.

Es viernes 6 de febrero y el reloj marca la una y media del mediodía. Ayer, a esa hora, en Castropol se registraban seis grados de temperatura, viento del nordeste y una humedad del 68%. Son algunos de los precisos datos que recoge la estación que la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) instaló a finales de año en el campo de La Paloma y que el castropolense Julio Martínez se ocupa de mimar y vigilar para que no haya errores o problemas en el registro de los datos. Se puede decir que a partir de ahora Castropol tendrá el tiempo bajo control.

La aventura de Martínez comenzó el año pasado, cuando se le ocurrió plantear al consistorio castropolense la instalación de una estación en el concejo. La medición del tiempo le apasiona desde hace años, y sobre todo desde que entabló contacto con la persona que gestiona la estación de la AEMET en Ribadeo. La operación fraguó rápido porque el gobierno local -que se ocupó de la obra civil- apoyó la iniciativa del vecino y la AEMET lo vio factible al disponer de aparatos en una estación en desuso en Figueras. De este modo fue posible que, en tiempo récord, se pusiera en marcha la estación en la capital castropolense.

Cuenta Martínez que la zona del campo de La Paloma gustó desde el principio a los responsables de la Agencia Estatal. De hecho, el delegado territorial de Asturias, Manuel Antonio Mora, le dijo que era uno de los mejores sitios de toda la zona. La estación está en una esquina del campo de La Paloma, en un terreno cedido por el consistorio castropolense. "Es una esquina muy buena porque no tiene obstáculos", precisa.

La estación opera desde finales de año, si bien quedan algunos retoques pendientes. El primero es incorporar la estación a la web de la AEMET para que sea posible acceder a diario a los datos que registra el equipamiento, como ocurre con el resto de estaciones presentes en Asturias cuyos datos están al alcance de cualquier usuario. En el Occidente operan un total de nueve y ésta será la segunda de la costa occidental, tras la que está instalada en el valdesano Cabo Busto.

El equipo envía datos de manera automática y cada diez minutos a Santander, así que la función de Martínez se centra en el control, el mantenimiento del espacio y la vigilancia de los equipos. Además, una vez al mes se ocupa del vaciado manual de los datos registrados, para su envío a Santander donde se contrasta con la información ya recabada. Está encantado con esta particular misión que desarrolla de manera altruista: "Es mi hobby, me mantiene ocupado y me hace ilusión que sea beneficioso para la comarca".

Desde que se instaló el equipo, Martínez no para de recibir preguntas de sus vecinos, que sienten curiosidad por la extraña estructura del campo de La Paloma. "Me preguntan mucho por los datos pero yo no los interpreto, sólo paso un archivo una vez al mes. En todo caso, pronto se podrán ver en la web", precisa. En condiciones normales el castropolense acude a controlar el centro dos veces por semana, pero estos días, en pleno temporal, va a diario por si hubiese alguna incidencia.

La estación cuenta con un pluviómetro automático que Martínez tiene que mantener limpio para que no haya equívocos en la medición. Además, está previsto colocar al lado uno manual para establecer una comparativa de los datos. En frente del pluviómetro se localiza el higrógrafo, encargado de medir la humedad relativa del aire. Está dentro de una garita, a metro y medio del suelo, y con la puerta orientada al norte para que no le dé directamente el sol. El tercer elemento de la estación lo conforma la veleta y el anemómetro, ubicados sobre un mástil de diez metros de altura para conocer de primera mano la velocidad que registra el viento en la zona. Por último, la parcela dispone de una pequeña caseta de obra donde se cobija el aparato encargado de registrar todas las mediciones y remitirlas a la central cántabra.

Y mientras ejerce de guardián de la estación castropolense, Martínez aprovecha para documentarse, para leer y conocer más sobre la medición del tiempo que tanto le apasiona.

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