T. CASCUDO

El principal reto que debe afrontar la sanidad del futuro es situar al paciente como eje y protagonista absoluto del sistema sanitario. Y en ese contexto los hospitales rurales juegan un papel clave, pues son los equipamientos más cercanos al ciudadano. Es la tesis compartida por buena parte de los ponentes de las primeras jornadas sobre el futuro de los hospitales rurales que hoy se clausuran en Tapia y que han contado con la asistencia de 156 profesionales sanitarios.

El director de innovación del Hospital clínico San Carlos de Madrid, Julio Mayol, fue el encargado de impartir ayer la ponencia marco, que versó, precisamente, sobre la necesidad de cambiar el sistema de salud para "dar el máximo valor a los pacientes". A juicio de Mayol, el hospital rural supone un punto clave en la asistencia más próxima al ciudadano y sólo queda hacerlo más atractivo para los profesionales logrando difundir el mensaje de que "el mejor hospital es el que ofrece más valor a sus pacientes, en vez del que hace las cosas más raras; así daremos valor a los profesionales en ese hospital rural". Incide Mayol en que, hasta ahora, los profesionales han sido el centro del sistema, de ahí que "hayamos llegado a la convicción de que lo más raro es lo más bonito y valioso, cuando lo más valioso es lo que hace un hospital rural, que son procedimientos que permiten al ciudadano reicorporarse a sus tareas con las menores complicaciones posibles".

En la misma línea se expresó Carmen Ferrer, gerente del hospital madrileño de Guadarrama, convencida de que hay que cambiar la tradición que lleva a los profesionales a sentirse atraídos por los hospitales de agudos: "Los profesionales deben ir donde están los pacientes, las personas. Tenemos que decirles: no eres más importante porque trabajes en un superhospital, sino donde te necesitan, que para eso te hiciste sanitario". A juicio de Carlos Alberto Arenas, gerente del Área XI Vega Alta del Segura (Murcia), para que los profesionales se sientan atraídos por los hospitales rurales "hay que cambiar el paradigma de la educación médica desde la facultad". Considera que las facultades orientan al médico hacia la especialidad, a ver al enfermo como una parte, cuando es necesario verlo como un todo y trabajar en equipo.

Arenas expuso ayer en Tapia el concepto de hospital líquido, que "diluye sus muros gracias a las tecnologías de la información, participa más con la comunidad y saca el máximo partido a los recursos y a la participación de los pacientes". Este profesional dice que los pacientes constituyen el "recurso más importante y el menos utilizado del sistema; se ha pensado en hacer todo para el paciente, pero sin su participación".

Iñaki González, que trabaja en Recursos Humanos de la Fundación Hospital de Calahorra, conoce muy bien las dificultades para atraer médicos a los pequeños hospitales y por eso pone el foco en la importancia de atraerles con el uso de herramientas innovadoras, más difíciles de aplicar en centros mayores. Es algo que hacen en el Área Sanitaria Norte de Córdoba, donde, gracias a su tamaño, son pilotos en la estrategia digital del sistema sanitario andaluz. El gerente del área, Antonio Ruiz, define los hospitales rurales como "fundamentales para el desarrollo del sistema sanitario".

En el área sanitaria cordobesa apuestan por una gestión intercentros que permita dar movilidad a los profesionales, que "así no sienten que no están formados, sino que pueden acceder a toda la tecnología de un hospital regional". El trabajo en red también se defiende en Asturias, como recuerda la gerente del Área Sanitaria I, Amalia Franco, quien apuesta por un "cambio de chip" que permita a un hospital como Jarrio responder a necesidades de pacientes de toda Asturias. El director de Atención Sanitaria del Área I, Crisanto Alonso, abunda en este asunto al sugerir que los pequeños hospitales capten pacientes de centros "ahogados con listas de espera". Alonso, que destaca la capidad de los hospitales rurales para experimentar con las nuevas tecnologías, considera que los centros rurales deben cambiar su orientación para dejar de enfocarse hacia patologías agudas y centrarse en las crónicas, que son las que afectan a la población de más edad que sobresale en los entornos rurales.