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La playa de Barayo afronta otro verano con talud de arena y sin posibilidad de obra

Los expertos alertan de la desaparición del sistema dunar primario y secundario en una reserva donde no se puede actuar

Una pareja observa la orilla desde lo alto de la zona dunar. A. M. SERRANO

Los usuarios de la playa de la Reserva Natural de Barayo tendrán que asumir, un verano más, que para llegar a la orilla hay que sortear un gran talud. El mar no ha devuelto la arena que se llevó con las marejadas de 2014. En su lugar hay grandes "bocados", como le gusta llamarlos al decano de la facultad de Biología y director del jardín botánico de Gijón, Tomás Emilio Díaz, que comprometen el futuro de las preciadas dunas. Expertos como Díaz aseguran que el ser humano tiene "poco que hacer" frente al mar. Pero también son conscientes de que el sistema dunar primario y secundario de la Reserva Natural de Barayo, que comparten Valdés y Navia, "ha desaparecido" y que de seguir así, lo hará el terciario.

Para consolidar esta zona apenas hay opciones. Se necesitarán arenas seca y mojada y también una obra en una reserva natural que podría comprometer a los gobiernos que la autorizaran.

En todo caso, en la parte de Valdés el talud de arena, en algunos tramos de casi siete metros, preocupa poco. "Es algo natural y las visitas que tiene Barayo agradecen precisamente eso, que no exista mano humana que toque el entorno", explica la presidenta de la asociación de vecinos Santa Rita de Otur, María Asunción Iglesias.

Tampoco el portavoz del pueblo cercano de Sabugo, Juan Ramón Fernández, observa problemas o quejas entre los habitantes de la zona. "Es una playa poco visitada por los que vivimos aquí, que más bien nos dirigimos a Otur por los accesos", indica.

En el frente naviego, la percepción es diferente. El presidente de la asociación de vecinos de Barayo, Ricardo López, asegura que, siendo reserva o no, "se puede mantener en buen estado el entorno, como ocurre en otras zonas". La asociación de vecinos de Barayo fue la que puso las cuerdas y los palos para poder bajar a la orilla y sortear el talud. Este colectivo sí reclama más mantenimiento para que la Reserva Natural de Barayo "se perciba como un lugar seguro y limpio". "En este lado de la reserva sí recibimos quejas; esta playa se visita más de lo que parece", indica Ricardo López, que se queja de la falta de actividad de los vecinos de Valdés.

De momento, no hay acciones previstas y los usuarios tendrán que sortear el piso de arena si quieren bañarse en aguas del Cantábrico. La playa está incluida un estudio con financiación europea que analiza los sistemas dunares y su posible restauración, entre otros asuntos. El problema es el tiempo. El proyecto tiene cuatro años y medio de duración y empezó en agosto de 2014. Además, a través de él se presentarán propuestas para actuar que deben aprobarse posteriormente.

Además de Barayo, en Asturias forman parte del estudios las playas de Verdicio (Gozón) y de Vega (Ribadesella). En Cantabria, Liencres, Somo y Berria, y en Guipúzcoa La Arena, Laida, Santiago y Zarauz.

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