Severo Ochoa (1905-1993) no solo fue un bioquímico de prestigio mundial, sino también un español que tuvo que lograr un salvoconducto para poder salir de la España de la dictadura franquista y continuar su carrera científica. Así lo recordó ayer, en la Semana Cultural del instituto de Luarca, la investigadora y biógrafa de Ochoa, María Jesús Santesmases.

En un concurrido salón de actos, Santesmases hizo hincapié en las vivencias más desconocidas de Ochoa. Dijo que sus contactos le llevaron de España a Inglaterra y, de allí, a Alemania. También señaló que en este último país se vio obligado a sortear al fascismo. Antes de llegar a Estados Unidos, pasó por México y fue necesario un intenso trabajo diplomático para poder superar la frontera. "Severo Ochoa tuvo que luchar mucho antes de lograr el premio Nobel de Medicina en 1959", señaló Santesmases. "Empezó joven a investigar, pronto tuvo una profesión y un oficio, y eso fue muy importante", explicó. Llegar a la meta que deseaba no fue posible sin pasar por situaciones "muy conflictivas en tiempos de gran agitación social", agregó.

En Estados Unidos, Ochoa trabajó intensamente, "en aquellos laboratorios muy distintos a los de ahora, muy básicos y que nos dejan imágenes que ahora nos sorprenden", explicó su biógrafa.

Si algo destacó del bioquímico fue que supo aprovechar sus oportunidades. "Hizo muchas cosas en equipo, como se hace la Ciencia", y supo ayudar a los amigos y a su país. "Gracias a su fama, influyó en el desarrollo de la investigación en España". Su éxito internacional fue decisivo para que en España abriera en 1975 el Centro de Biología Molecular que hoy lleva su nombre, "uno de los mejores centros de investigación de España".