Los ladrones volvieron al Suroccidente la madrugada del jueves y, de nuevo, dos locales a pie de carretera fueron sus objetivos. Los dos afectados se encuentran en el corredor del Narcea, la carretera AS-15, y están situados en el pueblo tinetense de Casares y en Soto de los Infantes, en Salas.

Para el bar tinetense es la segunda intrusión en menos de dos meses, después de una larga trayectoria profesional abierto al público sin haber sufrido ningún tipo de robo. Fue a mediados del pasado mes de noviembre cuando los ladrones entraron en el bar de Casares forzando la cerradura, y en esa ocasión los cacos se hicieron con un valioso botín, de unos 2.000 euros. Esta vez parece que se fueron con las manos vacías, ya que la activación de la alarma al acceder al local anuló su plan. No obstante, volvieron a ocasionar daños en la puerta de acceso, no en la cerradura como sucediera en noviembre. En este nuevo intento de robo optaron por romper el cristal inferior de la puerta por el que parece que entraron y salieron del bar sin ocasionar más daños.

El pasado noviembre el robo en el establecimiento tinetense no fue el único: los cacos habían accedido previamente en otro bar de las afueras de Cangas del Narcea, en las inmediaciones del recinto ferial de la Imera. Allí destrozaron la puerta de entrada y se llevaron una televisión y unos 350 euros en metálico. Ambos sucesos se produjeron durante la madrugada y en los dos casos se forzaron las cerraduras, aunque en el bar cangués acabaron rompiendo también los cristales de la puerta.

Coinciden ambos sucesos en que el intento de robo de la pasada madrugada también fue doble. El segundo afectado de este último robo fue un local hostelero cerrado desde hace dos años, situado en la localidad salense de Soto de los Infantes. Según sus dueños, los intrusos entraron forzando la cerradura, pero no se llevaron nada de valor, solo una vieja máquina registradora. "No les dio tiempo a llevarse nada, nos despertamos y los sentimos en el bar, y se marcharon corriendo, no llegamos a verlos", explica Mari Carmen Menéndez.

Los dueños se sorprenden de sufrir un intento de robo después de que hayan pasado dos años desde que cerraron el negocio y, más aún, cuando durante sus años abierto al público aseguran que nunca habían sufrido un percance similar. "O no eran de la zona o no eran conocedores de que cerramos, al menos no fue nada", comenta la dueña, que confiesa que se llevaron un buen susto cuando escucharon los ruidos sobre las tres de la mañana de la intrusión en el bar, situado justo en el planta baja de su vivienda.