Síguenos en redes sociales:

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Sagrario Ruiz toma nota de los remedios de sus compañeras: por la izquierda, Covadonga Fernández, Nieves Álvarez, Marina Peña, María Teresa Miranda, María Isabel Fernández y Ángela García.S. ARIAS

Salas alivia catarros con el saber popular

El concejo recopila remedios para editar una publicación y las mujeres de La Espina participan con decenas de "recetas milenarias"

Cuando uno está enfermo, lo primero que debe hacer es ir al médico. Aunque hay ciertos remedios populares que sirven para esos pequeños males del día a día, recetas que alivian catarros o aligeran el estreñimiento y que han sido usados tradicionalmente hasta hoy. Unos conocimientos que se han transmitido oralmente de generación en generación. En el concejo de Salas recopilan estos saberes de antaño en un listado que editarán con el objetivo de mantener viva la sabiduría popular. Y, en La Espina, el grupo de mujeres de gimnasia tiene algunas de estas "recetas milenarias", que aprendieron, principalmente, de sus madres y que han aplicado a los hijos y, ahora, a los nietos.

Para el cataro, miel y limón. Y, también, una cataplasma de manteca de vaca y apio. Todo machacado y al pecho, con una sábana de hilo encima. "Nos tapaban en cama y al día siguiente estábamos para jugar", recuerda Ángela García sobre sus años mozos. También con grasa, pero de gocho, se alivia el resfriado con un "requemao". Marina Peña, cada vez que que llega "la pinga", lo hace poniendo en un cazo leche hirviendo, el unto y un poco de coñac.

Tampoco le duran mucho los catarros a Sagrario Ruiz, quien prepara en el fogón un combinado con dos o tres cucharadas de azúcar a punto de caramelo, a las que añade media hoja de eucalipto y whisky: "Hay que quitar la cara, que se prende todo fuego nada más se echa", recomienda para incluir el alcohol. Un brebaje que se toma para ir a la cama y del que, asegura, es un gran remedio: "Es mejor poner dos copas de whisky, respira uno mejor", bromea muerta de risa.

Otra de las cataplasmas estrella en la zona era para los quistes sebáceos. Se ponía en una sartén un poquito de aceite con unos cascos de cebolla y, eso, bien caliente pero sin quemar, se ponía en un paño durante la noche. "Cuando mis hermanos eran chavales recuerdo que mi madre se lo hacía para los 'carbuncos' que tenían en el cuello, de esos granos internos que no echan cabeza, y entonces, al ponérselo, al día siguiente se levantaban y les reventaba", comenta Peña.

Otro apósito empleado antaño se hacía a base de apio crudo. "Todo machacado y se pone en la tripa para las lombrices; dice el refrán: 'El niño muerto y el apio en el huerto'; el refranero ya lo dice todo", opina Ruiz. La cirigüeña, tal cual del tallo para las heridas, y también el romero, con el que se pueden elaborar alcoholes para friegas o cremas hidratantes. Y para el dolor de lumbago, salvado: "Hay que meterlo en una sartén, bien caliente, y eso se mete luego en lana, que sea de oveja, que es importante, y se pone toda la noche en el dolor".

Y los temidos sabañones del frío, que a más de uno le amargan el invierno, los cura cociendo hojas de nogal secas, en las que luego se meten los pies o manos, "caliente, sin que queme, pero bien caliente". Al enfriar el agua, se sacan los pies o las manos y se envuelven en lana para ir a la cama y pasar la noche con las extremidades bajo el efecto de las hojas del nogal. "Y por el día ir abrigados", aconseja Ruiz, quien padeció durante la juventud los dolorosos sabañones.

Las muejeres de La Espina también tienen remedios para los dolores de estómago y aquellos relacionados con el tracto urinario, como las infusiones de arandaneras, "pero tiene que ser de las que hay por el monte" insiste, "son buenísimas". Sin olvidar la tradicional manzanilla con una cucharada de bicarbonato para "cuando tas inflao de comer", explica Ruiz. O una cucharadita de miel para el estreñimiento. También las infusiones de nielda, que alivian los dolores mensturales de las mujeres con gran precisión y largo efecto.

"Me recuerdo mucho los remedios de mis padres, nos daban muchas cosa que a ellos les daban antes y que nosotros dimos después", señala García, quien tiene un último saber popular, esta vez para el cansacio: "Un café con orujo, eso anima".

Esta es una noticia premium. Si eres suscriptor pincha aquí.

Si quieres continuar leyendo hazte suscriptor desde aquí y descubre nuestras tarifas.