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Servando Cano, en su casa, con un ejemplar de su libro.S. ARIAS

SERVANDO CANO | Poeta somedano, ganador del premio "Ciudad de Salamanca"

"Todo se ha banalizado hoy en día, el mundo interior no sale a flote en las conversaciones"

"En mi poemario hay muchas referencias a Somiedo; por ejemplo, hay un poema dedicado a la laguna Cerveriz porque la vi seca, sin agua"

Servando Cano (Arbeyales, Somiedo, 1943) recibió esta semana el premio de poesía "Ciudad de Salamanca" por su obra "Piel de Trigo" en un acto desarrollado en el Ayuntamiento de Salamanca. Una selección de poemas en los que el colaborador de LA NUEVA ESPAÑA propone una reflexión sobre las cosas sencillas, sobre los elementos cotidianos de la naturaleza. Una etapa poética después de haber sido profesor de Sociología de la Universidad de Oviedo durante 25 años y director de programas sociales del Ayuntamiento de Gijón. Una prolífica carrera en la que ha publicado varios libros especializados hasta su salto a la poesía.

-¿Qué cuenta "Piel de Trigo"?

-Es a partir de elementos sencillos de la naturaleza o el paisaje, como puede ser un álamo, una cebolla, una laguna o un zarzal. Es una reflexión sobre la condición humana, porque la poesía primero es una mirada insistente sobre las cosas, pero luego ocurre que con ese mundo de afuera tú vuelves a tu interior y ahí es donde nace el poema, que trasciende, no es simplemente una contemplación si no que a través de ese elemento se intenta ir más lejos.

-¿Tiene el poemario influencia de Somiedo, donde se crió?

- Sí, tiene una influencia clarísima. Por ejemplo, hay un poema dedicado a la laguna Cerveriz porque la vi seca, sin agua, y a raíz de esa imagen, de ese recuerdo, hice un poema. Desde luego hay muchas referencias. En otro, me acuerdo que en Arbeyales se ve la peña Negra y tengo la imagen de la niebla que asoma por detrás y cómo las ves bajar en oleadas y, por la noche, deja sus gotas de amor líquido, la escarcha.

-¿Mantiene relación con el concejo?

-Sí, no tanto como quisiera, pero voy en verano y también a la fiesta de la borregada. Tenemos una casa allí, a la que voy de vez en cuando.

-¿Cómo ha recibido el premio?

-Lo tenía ya olvidado. En octubre me llamó el Alcalde de Salamanca para comunicarme que había ganado el premio de tal manera que, como lo tenía olvidado, le pregunté qué poemario había enviado al concurso, ya no me acordaba. Lo cierto es que el premio tiene mucho prestigio y el jurado está formado por poetas de prestigio.

-¿Cuándo comenzó a escribir?

-Siempre escribí, pero a ráfagas. Cuando empecé con los cuentos era relativamente joven, tendría unos 23 o 24 años cuando gané el primer premio, y con la poesía he empezado recientemente con "La lengua del mirlo", hace unos ocho años, y ahora con "Piel de Trigo". Estoy básicamente dedicado a la poesía y ya tengo algunos poemas inéditos.

-¿Cómo se acercó al género poético?

-Empece a escribir poesía hace unos años porque me quería sentir vivo, a parte de que había en mí como un río interior que necesitaba salir al aire. Y también porque es mi manera de estar en el mundo y de estar, como digo yo, en compañía o vecindad con lugares y nombres que forman parte de tu experiencia vital y que entran en tu experiencia poética.

-Ha dado un gran salto, del campo de la sociología a la poesía.

-Sí, el lenguaje de la sociología es muy frío, hay mucha estadística, mucha media y mucha mediana, aunque yo siempre tuve una concepción humanista, casi militante, de la sociología. No importa el cómo y el qué si no el hacia dónde. Siempre he mantenido esa concepción de diseño de un horizonte, nunca me conformado con los números.

-¿Mantiene ese horizonte con la poesía?

-Lo intento, la poesía habla de cosas de las que no hablamos como el amor, el odio, la amistad, el tiempo o la muerte. Son cantidad de cosas y temas que no están en nuestro día a día.

-¿Por qué cree que ocurre esto?

-Todo se ha banalizado y se ha frivolizado. Esos mundos interiores no salen a la luz, es complicado encontrarles un espacio porque siempre hablamos de lo que tenemos, lo que no tenemos, lo que hacemos o lo que no hacemos, pero nunca ese mundo interior sale a flote, sólo en espacios con gente más cercana; si no, es algo que no sale en una conversación.

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