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Grandas de Salime jubila a su primer y único policía local tras 37 años de servicio

"Fui por el libro y no dejé de poner multas bien justificadas ni a los amigos", asegura Francisco Gómez Llano, que ayudó a detener en 2015 al asesino de la peregrina Denise Thiem

Francisco Gómez Llano, "Quico", volvería a repetir la misma vida que tuvo. Fue el primer policía local de Grandas de Salime, el concejo de la cuenca alta del Navia del que es natural y en el que se instaló definitivamente para trabajar hace 37 años y tres meses.

Cuenta que se enteró de que salía a concurso la plaza de policía local "por casualidad". Estando en Grandas en tiempo de descanso (trabajaba como constructor), vio a un taxista amigo "algo contrariado". "Le pregunté qué le pasaba y me contestó que no se había podido inscribir para optar a la nueva plaza de policía local", dice. Era el último día para hacer la solicitud y Francisco Gómez no lo dudó. "No tenía ni idea de qué era ser policía local, pero siempre me gustó mucho el mundo militar y me parecía una oportunidad", relata.

Gracias a un amigo guardia civil tuvo acceso al temario. Estudió durante meses, como nunca lo había hecho, y logró la plaza tras superar en puntuación a otros cinco aspirantes. Su primer día de policía local fue un poco desconcertante y caótico. Hoy tiene 61 años, y si echa la vista atrás recuerda todo aquello con nostalgia. Grandas de Salime era entonces una villa más pujante y poblada que ahora, y el primer policía local, casi una autoridad. "Quico" recuerda que la figura que estrenaba el concejo se apreciaba como clave en el Ayuntamiento. "Me ocupaba cuando tocaba de la ambulancia, del coche de emergencias, e incluso abría la biblioteca cuando el director estaba de vacaciones", explica. "Era un pacto no escrito; si pasaba algo, y al margen de mis competencias y de mi horario, me llamaban", dice. "Claro que siempre me gustó ayudar", añade.

No hubiera sido posible aguantar la presión, ni la a veces dura convivencia, sin algo esencial: su paciencia. "Cuando eres policía local debes intentar que se cumpla la ley, yo fue lo que hice: ir por el libro y no dejar de poner multas, si estaban bien justificadas, ni a los amigos". Quico asegura que en las villas pequeñas siempre se lucha contra el vecino que pide un favor. "Yo no podía dejar de hacer mi trabajo en ningún caso", añade.

Tiene muchas historias que contar. Por ejemplo, se vio obligado a separar a dos mujeres durante una pelea. Y vivió numerosas situaciones atípicas para un policía local: midió el cloro del agua, controló la báscula pública e incluso dio cuerda a a diario al centenario reloj del Ayuntamiento. "Uno fue hasta relojero", dice risueño. El momento más especial llegó en 2015 cuando detuvo, junto a dos inspectores de la comisaría del Cuerpo Nacional de la Policía de Luarca, a Miguel Ángel Muñoz Blas, condenado a 23 años de prisión por el asesinato de la peregrina estadounidense Denise Thiem en León. "Fue un momento especial y muy tenso", recuerda. De esos que en la carrera de un agente se quedan grabados para siempre. "Me llamaron de Madrid, me dieron su descripción y me dijeron que era un hombre muy peligroso, que lo vigilara y que si huía lo detuviera", dice. También le pidieron silencio: "no pude decir nada ni al Alcalde". Le tocó custodiar al detenido en su despacho durante horas, hasta que llegó el helicóptero de la Guardia Civil.

En las primeras décadas de trabajo destaca la colaboración estrecha con este cuerpo de seguridad, la Guardia Civil. Precisamente por su dedicación y esfuerzo fue homenajeado por agentes del puesto grandalés. Hoy dice que su principal deseo es viajar con su esposa, Carmen Iglesias Castro.

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