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Cierra la relojería de Luarca de toda la vida

Joyería Eladio se despide para - siempre tras 139 años de historia y - cuatro generaciones de relojeros y ópticos

La relojería en 1888. FAMILIA GONZÁLEZ

La relojería Eladio de Luarca cierra tras 139 años de historia. La mítica tienda de la calle Uría echa el pestillo al llegar a la edad de jubilación la óptica de profesión, Elena González, bisnieta del fundador del negocio, José González Menéndez (1856-1913), quien en 1880 abrió la única relojería de entonces en la villa.

El relojero con tienda propia de Luarca aprendió de relojes y de su manejo en Cuba, con el maestro oriundo de Cadavedo, y en su día alcalde de Luarca, Antonio Suárez Coronas. El mismo que fue "protector de los jóvenes luarqueses emigrados que se dedicaron a la relojería, como ocurrió con los hermanos José y Francisco Menéndez Ochoa", cuenta Elena González, la cara viva de la saga de relojeros.

A la vuelta de La Habana y con todos los conocimientos y las ganas, José González Menéndez abrió su "oficina relojera" en los bajos de la antigua Casa Palacio de los Pastur. Más tarde, la carismática relojería amplió su negocio con la venta de artículos de joyería, platería y gafas. La tienda familiar se mudó en tres ocasiones. Poco después de su apertura, se trasladó a otro bajo del mismo edificio, en la fachada opuesta, frente al Puente Nuevo. Este lugar "estratégico, por ser paso obligado a la iglesia y la fuente del Bruxu", hizo que la relojería de Luarca se convirtiera en un rincón de tertulia para intelectuales de la villa. A principios del siglo XX, el relojero se traslada a un edificio de planta baja situado en la hoy plaza de Alfonso X El Sabio. Más tarde, llegó el cambio definitivo: la calle Uría, un local que estuvo abierto desde 1912 hasta la actualidad.

Cuenta Elena González que se crió en la pequeña tienda de la calle Uría que mira al parque, donde vio cómo se reparaban miles de relojes y cómo el negocio tuvo que diversificar para poder subsistir: joyería y óptica. La tienda se convirtió en referencia de la Luarca de la época y, si la heredera de aquella historia mira hacia atrás, siente, sin duda "pena".

Su bisabuelo fue un maestro relojero reconocido en España. Presentó sus creaciones en diferentes concursos nacionales: ganó el segundo premio en el Certamen Nacional de Relojería de 1904 y cuatro años más tarde fue galardonado en el III Certamen del Trabajo del Ayuntamiento de Bilbao por la creación de un reloj de sobremesa de tamaño de bolsillo.

Con la muerte del fundador, heredó el negocio Eladio González Alonso (1890-1977), quien "buscó nuevos horizontes emigrando a Rosario de Santa Fé, pero la prematura enfermedad de su padre le obligó a retornar al poco tiempo a Asturias". El joven Eladio continuó como relojero de Luarca y fue premiado en diversos certámenes, entre los que destacan el tercer premio del concurso convocado por la Sociedad de Relojeros de Madrid. Tenía solo 18 años cuando lo logró. En 1942 recibió otro galardón en el II Certamen Sindical del Trabajo. Nunca dejó de aprender: obtuvo el título de óptico de anteojería en Madrid.

Poco más tarde, la oficina pasa a llamarse Relojería, platería y óptica Eladio. Después de setenta años dedicados ininterrumpidamente a la profesión, Eladio González falleció en 1977 y el menor de sus cinco hijos, Gonzalo González Cobas (1927-2008), se hizo cargo del negocio. Empapado por la entrega y por la maestría de esta familia, acudió al prestigioso taller de Pedro Álvarez de Oviedo en busca de más conocimientos y, si cabe, de mayor prestigio. El mercado forzó los cambios y Gonzalo "se dedicó más a la óptica que a la relojería". Logró la diplomatura de Óptica en 1969 en Madrid. "Recuerdo que viajaba todos los fines de semana", dice Elena González.

Diseñó y elaboró joyas por encargo y fue óptico reputado en Asturias. Su hacer esta relacionado con la buena marcha de los relojes del Ayuntamiento, de la iglesia y de las Escuelas Graduadas de Luarca.

Llegó entonces la Relojería, joyería y óptica Eladio y, en 1980, un sentido homenaje, el que le brindó la Asociación Provincial de Empresarios y Joyeros de Asturias por los 100 años de vida del negocio.

En 2008 Gonzalo Gonzáléz falleció y su hija Elena decidió volver a la calle Uría y continuar con la labor de su padre. Dejó la tienda óptica que regentaba en la calle Ramón Asenjo en manos de su hijo, también óptico, David Fernández.

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