La pila bautismal de la iglesia de Santa María, del pueblo tinetense de Zardaín, recuperó ayer la función para la que fue concebida hace 800 años, después de pasar las últimas tres décadas sirviendo como macetero en el pórtico del templo. El bautismo del pequeño Pablo Fernández, natural de Oviedo pero con familia en Zardaín, inauguró ayer esta nueva etapa de la pila bautismal que regresó al interior de la iglesia hace aproximadamente un mes.
Fueron los propios vecinos los que decidieron recuperar la pieza cuando descubrieron, gracias a una charla impartida por el historiador Emilio Pérez, que tenían un auténtico tesoro de ocho siglos de antigüedad. Fueron dos meses de trabajo para devolver a la pila su aspecto primitivo, y Tomás Menéndez fue el que más horas le dedicó. "Tuve que recurrir a un cepillo de acero para quitar toda la pintura blanca que recubría la piedra, para dejarla al natural", explica Menéndez. La piedra reposa sobre una base de madera de roble que donó el vecino Samuel Rodríguez y al que otro vecino carpintero, Gustavo García, dio forma junto a la tapa.
"La gente no le daba importancia, pero la tiene, es parte de la historia del pueblo y es una reliquia", subraya Gustavo García. Samuel Rodríguez recuerda que quedó fuera de la iglesia después de una remodelación que se le hizo y confiesa que siempre temió que alguien la pudiese robar "porque es una pieza que hoy en día no se encuentra". El párroco, Alejandro Fuentevilla, asegura que esta recuperación demuestra que "los pueblos se preocupan por su patrimonio" y ensalza la intensa actividad de la parroquia.