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Laureano García, en la tienda en la que trabajó 56 años. | D. Á.

Una vida tras el mostrador

El cierre de la histórica tienda familiar Casa Nicanor, de Tineo, llega con la jubilación de su dueño, Laureano García

Uno de los comercios históricos de Tineo, Casa Nicanor, cerró sus puertas de forma definitiva este verano tras la jubilación de su dueño, Laureano García. Sin relevo generacional, y sin que nadie haya mostrado hasta el momento interés por regentar el establecimiento, la tienda, dedicada a la venta de ropa, acabó por cerrar sus puertas después de mantenerse abierta, tal como llegó a la actualidad, desde el año 1948. De hecho, entrar en el establecimiento suponía retroceder en el tiempo. Llamaban la atención sus grandes estanterías de madera, que cubren por completo las paredes, y sus robustos mostradores a ambos lados del espacio, dejando el centro de la tienda habilitado para recibir a los clientes.

Laureano García cuenta que fueron sus abuelos, Nicanor y María, los que construyeron el edificio que alberga la tienda, en 1941, para destinarlo a un comercio del ramo textil, además de sastrería, funeraria y mueblería, que se fue compartimentando a medida que iban cediendo negocios a sus hijas. Sus abuelos se hicieron cargo de la parte textil y la mueblería hasta su jubilación, luego fueron sus padres los que lo asumieron y después de ellos le llegó a él el turno.

Había empezado a cursar estudios de aparejador, pero finalmente decidió apostar por el negocio familiar. “Por sentido de la familia y de continuar con la saga, opté por quedarme en la tienda, mi padre me cedió la sección de muebles y me ayudaba; con el paso del tiempo, el cambio de los mercados y al fallecer mis padres dejé los muebles y me quedé con el textil”, relata García.

García reconoce que sus inicios en el negocio familiar nada tienen que ver con el momento en el que le ha tocado despedirse de la vida laboral. Recuerda que un jueves, día de mercado en Tineo, la villa era un hervidero de gente y eso se notaba en la tienda. “Podíamos ser hasta siete personas trabajando aquí, no se cerraba a mediodía y en casa se hacían turnos para comer, no solo para los trabajadores, también para los clientes, que eran mucho más que eso, eran amigos, y se desplazaban de distintos puntos del concejo y paraban a comer aquí”, rememora.

“Los clientes eran mucho más que eso, eran amigos, nos conocíamos perfectamente”, recuerda García

Describe a ese cliente de antaño como fiel. “Si no tenías la camisa blanca que buscaba y la tenías azul, se llevaba la azul, nos conocíamos perfectamente y podíamos estar media hora con él porque había un trato personal en el que hablábamos de la familia o del ganado, ahora ya no es así”, explica. El cambio en el funcionamiento del comercio con la aparición de las grandes superficies y las compras por internet afectó a la forma tradicional de venta en el comercio local. Además, Laureano García ve cómo la pérdida de población de los municipios rurales es otro de los grandes problemas para el sector.

“La bajada en Tineo fue bestial, en 1987 fui concejal del Ayuntamiento y en el censo había 21.000 habitantes, ahora estamos en 9.500, además la población está envejecida y los jóvenes se mueven más, compran en otros lugares y en internet”, reconoce.

No solo los clientes han cambiado en todos estos años, también lo ha hecho la mercancía. “Cuando empecé en la tienda, medias de señora había dos tipos, y ahora que me jubilo hay 50 modelos diferentes. En corsetería pasa lo mismo. Las camisas de caballero antes habría dos modelos de verano y otros dos de invierno, ahora hay de todos los estilos, cambió todo muchísimo”, describe.

Unos cambios que le hicieron ver que su negocio, tal y como estaba planteado, no podría mantenerse abierto más allá de su edad de jubilación. Laureano piensa que quienes se queden tirando del comercio local necesitan armarse de valor y paciencia y les aconseja tener siempre presente a su cliente potencial y no priorizar sus gustos personales. Además considera que desde el Ayuntamiento se podría hacer más para relanzar el sector.

A sus 66 años, Laureano García hace cuentas y le sale que son 56 los que trabajó en la tienda. Es más, asegura que siempre vivió en el establecimiento. “Nací en una habitación sobre la tienda y toda mi infancia jugué allí”, destaca. Cuando cumplió los 8 años ya se dedicaba a colocar las cajas después de un día de actividad y ese trabajo le valió su primer sueldo de 2 reales, que le pagaba su padre, lo que equivaldría a unos 50 céntimos. Luego, ya siendo adolescente, dedicaba su tiempo libre a montar muebles en el almacén. Toda una vida vinculada al negocio familiar, cuya tradición se remonta a 1914, cuando su bisabuelo Baltasar Díez funda el primer comercio, pasos que luego seguiría su hijo Nicanor.

De lo que no piensa aún en jubilarse Laureano García es de su actividad asociativa y cultural. Es el presidente de la asociación de Amigos del Camino de Santiago Astur-Galaico del Interior y ahora se plantea convertir su tienda en un punto de información para el peregrino.

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