La futura Fundación Margarita Salas tendrá “especial interés” por los colegios rurales, entre ellos los asturianos, para organizar sus actividades divulgativas. En estos centros tratará de inculcar a los estudiantes el valor de la ciencia y les hará partícipes de la vida, trayectoria vital y laboral y aportación de Margarita Salas.

Fue la hija de la fallecida científica, Lucía Viñuela, la que ayer desveló estas pretensiones en la charla virtual que organizó el Foro Comunicación y Escuela del instituto de Vegadeo para sus alumnos de primero de Bachillerato.

Lucía Viñuela contó que fue una discípula de Margarita Salas, Cristina Garmendia (apoyada por otros dos discípulos de su madre, Jesús Ávila y Luis Blanco), quien planteó crear “algo grande” con el legado de la científica. Desde entonces se buscaron los apoyos y dentro de poco tiempo la fundación que lleva el nombre de la prestigiosa bioquímica oriunda de Valdés será una realidad.

En su charla, Lucía Viñuela no solo habló del presente. También hizo guiños al pasado. Contó el interés de su madre por la ciencia y sus luchas para ser tratada en España como una investigadora más, al margen de su sexo. Margarita Salas tuvo clara su vocación investigadora tras conocer al Premio Nobel Severo Ochoa y superó muchas barreras, por el hecho de ser mujer, entre ellas, la propia actitud de su director de tesis, Alberto Sols, quien no se fíaba de su trabajo ni capacidad.

Sin embargo, la valdesana supo hacerse camino al margen de la opiniones y actitudes “machistas”. Emigró a Estados Unidos tras concluir sus estudios y volvió a España “con una condición: si no podía hacer ciencia, retornaría a América”. No lo hizo y en su país pudo dirigir su propio laboratorio.

Margarita Salas era feliz en el laboratorio y siempre creyó que la ciencia debe enseñarse a los menores, algo que hará ahora la fundación que lleva su nombre, la misma que defenderá su lema: un país que no invierte en ciencia, es un país condenado al fracaso.