“La Escuela Hogar de Cangas del Narcea dio a muchos alumnos la oportunidad de estudiar, porque se creó en una época en la que ni había escuelas en los pueblos ni casi carreteras en la comarva”. Lo cuenta Antonio Ochoa, quien durante veinte años, entre 1992 y 2012, estuvo al frente de este internado, fundamental para muchos concejos del suroccidente asturiano. El centro se llenó ayer para soplar las velas de su cincuenta aniversario.

La visita a una habitación recreada como hace décadas.

La dirección del equipamiento, capitaneada por la docente Raquel Fernández, preparó un acto de celebración en el que no faltó un itinerario guiado por las dependencias. Se recrearon algunas estancias, como alguna habitación, tal y como estaban hace décadas, con la idea “de despertar recuerdos entre los antiguos alumnos”.

El internado de Cangas cumple cincuenta años: “Fue una oportunidad para muchos niños”

Fernández, que lleva dos cursos al frente de la Escuela Hogar, relata que en este medio siglo la institución, por la que han pasado más de un millar de estudiantes, ha ido evolucionando. Al principio, acogía a niños pequeños procedentes de los pueblos más aislados del concejo y de otros vecinos como Degaña, Ibias, Allande o Grandas. Sin embargo, con la apertura de pequeñas escuelas rurales, la creación de una red de transporte escolar y el impacto del despoblamiento, el centro fue perdiendo alumnado.

En la actualidad, solo acoge a estudiantes que se forman en el Instituto de Cangas. Son alumnos procedentes en su mayoría de Ibias, pero también han llegado de pueblos de Allande, Grandas o Pesoz. “Sin esta opción es posible que muchos estudiantes de lugares alejados lo hubieran dejado”, señala la directora. Este curso cuentan con siete alumnos alojados, a los que hay que sumar tres docentes que trabajan en los centros del concejo.

Esta posibilidad de alojamiento para profesores es especialmente atractiva para los interinos que trabajan temporalmente en el municipio. Cuenta la directora que este curso solo hubo tres porque se estableció una reducción de aforo por el covid, pero tienen capacidad para alojar a una docena y espera que el próximo curso aumenten las peticiones.

En la Escuela Hogar trabajan actualmente cuatro docentes, más cinco trabajadores de personal laboral. El objetivo de este equipo humano es dar a los alumnos internos “la atención que se les daría en cualquier casa después de clase. Vienen a comer, les damos apoyo académico, luego tienen tiempo de ocio y vuelven a cenar”, precisa la docente, que reconoce que se establece con los estudiantes una relación “muy especial”. Con ella coincide el ex director Antonio Ochoa, que subraya que “te conviertes en un referente para ellos”, una relación que traspasa la distancia habitual entre profesor y alumno.

Aunque ha bajado la matrícula, el centro ha ampliado sus usos y, especialmente durante la época estival, da cabida a diferentes campus y cursos que se organizan en el concejo. “Tiene mucha vida más allá del curso escolar”, añade Raquel Fernández, orgullosa del papel que ha jugado la institución que dirige.