Otur decora su iglesia con un homenaje a Leonardo da Vinci

El templo estrena un gran mural, obra del valdesano Rafael Fernández, que rememora "La última cena"

Por la izquierda, Salomé García, María Asunción Iglesias, Emilio Menéndez y Rafael Fernández, ante el mural, en la iglesia de Otur. | A. M. Serrano

Por la izquierda, Salomé García, María Asunción Iglesias, Emilio Menéndez y Rafael Fernández, ante el mural, en la iglesia de Otur. | A. M. Serrano / Ana M. Serrano

Ana M. Serrano

Ana M. Serrano

La iglesia de San Bartolomé de Otur luce nuevo mural, alusivo a la famosa "Última cena" de Leonardo da Vinci. El trabajo ha sido diseñado y realizado por el valdesano Rafael Fernández, pintor autodidacta y amateur que un día se encontró con la "bonita idea" de hacer algo para la unidad pastoral de Luarca que integra a Otur, Barcia, Belén, Luarca, La Figal y Santiago. Y se puso manos a los pinceles.

Cuenta el párroco, Emilio Menéndez, que detrás de esta historia hay un interés vivo por mantener bien conservado el patrimonio del que disfrutan los feligreses. Fue el pasado verano, según estima, cuando surgió la idea. Se encontraban en plena faena, "pensando mejoras" para el templo. "Vimos que en esa pared faltaba algo", explica el párroco. Una lluvia de propuestas de las personas que colaboran en la junta parroquial permitió conocer opciones para dar frescura a aquel rincón. Pensaron en hacer algo con telas, con técnica "patchwork" y hasta con un vinilo. Pero ninguna de esas fórmulas parecía la idónea. Fue el cura quien arrojó un poco de luz: tal vez rememorar "La última cena" sería una buena iniciativa y tal vez uno de los más fieles colaboradores de la parroquia podría ayudar a cumplir ese empeño.

Rafael Fernández se encontró con el encargo y sonrió. Cuenta que un día fue a ver ensayar al coro de la parroquia de Otur y allí le transmitieron la idea. "Acepté, claro; les dije que yo hacía algunos garabatos", señala, bromeando. A partir de ahí, todo el grupo se puso a trabajar. Pidieron favores a personas cercanas para hacerse con las luces y los andamios y Rafael Fernández, a quien cariñosamente llaman "Falito", puso a disposición su vena artística.

Por la izquierda, Salomé García, María Asunción Iglesias, Emilio Menéndez y Rafael Fernández, ante el mural, en la iglesia de Otur. | A. M. Serrano

Por la izquierda, Salomé García, María Asunción Iglesias, Emilio Menéndez y Rafael Fernández, ante el mural, en la iglesia de Otur. | A. M. Serrano / Ana M. Serrano

"Lo que hice fue un boceto de la obra original a mi manera", explica. El mural mide cinco metros de ancho por 2,30 metros de alto y no podía quedar mejor en la iglesia. Hacerlo no fue fácil. Con aquel boceto, "Falito" realizó una proyección en su casa y, paso a paso, copió el borrador en papel de embalar y al tamaño requerido. Entre todo el equipo lograron juntar los trozos de papel con el dibujo de "La última cena" y colocarlo en una de las paredes laterales de la iglesia para poder calcar primero el diseño.

Rafael Fernández pintó más tarde el mural, una obra que quedará para la historia y que se hizo con un único desembolso, el que se necesitó para comprar la pintura, y con todo el amor de un grupo de personas interesadas en mejorar el aspecto interior del templo. El autor necesitó 180 horas para pintarlo. Trabajó viernes de seis a ocho de la tarde y sábados de ocho de la mañana a nueve de la noche. Emilio Menéndez, María Asunción Iglesias y Salomé García fueron parte de su compañía. "Al final, también creas un vínculo especial con estas personas", dice el pintor. De hecho, la obra no está en realidad acababa del todo porque falta por instalar un cartel que hará protagonistas a todos aquellos que la hicieron posible y que estará visible próximamente cerca del fresco. "Es el futuro, trabajar unidas todas las juntas parroquiales de la unidad pastoral", indica el párroco, sabedor de que con un buen equipo y personas comprometidas se pueden alcanzar grandes logros.

En Otur se habla estos días por la calle con orgullo de esta hazaña. "La gente está muy contenta", advierte María Asunción Iglesias, quien recuerda las tardes de trabajo en común al calor humeante de las infusiones. Rafael Fernández considera que con este tipo de acciones "que se quedan aquí para siempre, se siente mucha satisfacción". Además este trabajo supone un reconocimiento a su faceta de artista, afición que trabajó desde niño de la mano de su tío, Francisco Manuel del Río, quien viendo el interés del pequeño por la pintura "siempre me regaló el material necesario", recuerda.

Este trabajo no será el último que se haga en la iglesia, aunque de seguro uno de los más entrañables. En el futuro la unidad pastoral de Luarca y la junta parroquial de Otur esperan continuar con las mejoras y ya están pidiendo presupuesto para cambiar la moqueta del presbiterio. En mente también está la mejora de la Casa Rectoral, una vivienda que no hace mucho tiempo se encontraba en franco deterioro y que ahora es sede para la catequesis y otras acciones promovidas por la unidad pastoral.

El fin último es hacer "más acogedor" el templo parroquial y crear espacios donde organizar celebraciones que hacen comunidad y dan vida a los pueblos.

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