Los oricios que repueblan la costa asturiana nacen en un invernadero en el muelle de Castropol: el día a día en el Centro de Experimentación pesquera

Este equipamiento, dedicado a la acuicultura, diseñará una dieta que permita alimentar a los juveniles del equinodermo para liberarlos con más tamaño

En un rincón del muelle de Castropol se levanta un edificio que, para muchos, pasa desapercibido, pero donde se llevan a cabo estudios y experimentos de gran importancia para la costa asturiana. Del Centro de Experimentación Pesquera castropolense han salido, por ejemplo, los 190.000 juveniles de oricio liberados en Asturias durante la última década para tratar de reflotar la especie y levantar la veda que pesa sobre el equinodermo. Este equipamiento, donde trabajan cinco personas, es único en el Principado porque concentra toda la investigación regional en materia de acuicultura y vela, además, por el buen estado de las aguas de la ría del Eo.

Al frente del servicio está la bióloga veigueña Carmen Rodríguez. Comenzó a trabajar en el Centro en el año 1985 y, el próximo mes de mayo, se jubilará de un trabajo de casi cuatro décadas que le ha dado muchas alegrías. “Me siento una privilegiada porque, salvo momentos puntuales de cabreo, siempre vine a trabajar con ilusión”, señala desde un pequeño despacho con bellas vistas a la ría fronteriza con Galicia.

Sobre el oricio, señala Rodríguez que el Centro de Experimentación Pesquera de Gijón se ocupa de controlar la veda impuesta desde 2016 y de chequear los doce pedreros de control seleccionados en toda Asturias, pero es en Castropol donde crían el erizo. Las primeras repoblaciones tuvieron lugar en 2015 y, ahora, precisamente, se está evaluando, con un proyecto experimental en el que participan nueve mariscadores de Cudillero y El Franco, si es posible reabrir las capturas. En el citado 2015 se comenzó a trabajar trayendo erizos adultos del oriente a dos zonas submareales de Cudillero y Luarca. Una vez esos ejemplares asentaron y con la idea de que hicieran de refugio a los juveniles, se lanzaron las primeras 60.000 unidades nacidas en el criadero castropolense. “Mejoramos mucho la técnica de cría, en los primeros años teníamos una producción anual de 20.000 unidades y, actualmente, llegamos a 30.000”, expone la bióloga.

De los trabajos en zona submareal, se pasó a franjas intermareales de puntos como Castropol, Tapia o Campiecho, en la costa de Cadavedo. Ahora, añade Rodríguez, habría que hacer prospecciones submareales, la zona “donde está el stock reproductivo”, para evaluar si la suelta de los 190.000 ejemplares ha dado frutos. “Hay que ser cautos”, expone la bióloga veigueña. Sin embargo, ellos siguen dando pasos para mejorar la cría. En este sentido, tienen entre manos una novedosa investigación para diseñar y fabricar una dieta que sirva de alimento al erizo, especialmente a los juveniles. Ahora los alimentan con microalgas hasta que tienen entre 3 y 5 milímetros, pero, a partir de esa talla y hasta los 2 centímetros con los que se liberan, necesitan macroalgas.

Estos profesionales se abastecen del arribazón, pero quieren ser capaces de producir alimento en el propio centro para ser autosuficientes durante todo el año. Así podrían liberar ejemplares de más tamaño, con más garantías de supervivencia y, a largo plazo, tratar de lograr un cultivo completo en cautividad. En cuanto al oricio, acaban de estrenar otro proyecto “para trabajar el multitrófico”, es decir, combinar la cría del equinodermo con otras especies como la holoturia o pepino de mar. “Son especies que conviven y se retroalimentan y podría facilitarnos el trabajo. El pepino de mar, por ejemplo, se alimenta de los excrementos del oricio”, expone la responsable del equipamiento.

Carmen Rodríguez vio crecer el centro, estrenó sus actuales instalaciones portuarias y también la depuradora de moluscos, que se puso en marcha en 1989, marcando un hito en la zona al dar respuesta a las necesidades de los acuicultores locales. “Fue un servicio, un plus que aportó el Principado a los mariscadores, para cerrar el ciclo aquí y evitar que tuvieran que ir a depurar fuera”, añade la bióloga. En torno al año 2000 se puso en marcha el criadero de moluscos y equinodermos en el que se desarrollan proyectos singulares como el de la cría de pulpos en cautividad o el ya citado del oricio. La investigación en torno al cefalópodo, en colaboración con otras comunidades autónomas, no logró el éxito esperado, aunque sí se pudo cerrar el ciclo del animal a pequeña escala. “No logramos estandarizar el método, es mi gran asignatura pendiente”, señala la responsable del equipamiento castropolense. Sin embargo, han sido más los éxitos que los fracasos y buen ejemplo de ello es la ostra, convertida en la actualidad en símbolo del concejo de Castropol.

“Lo que hicimos con la ostra fue tratar de mejorar el cultivo. Por un lado, aplicamos medidas de control zoosanitario de la semilla que viene de los criaderos externos, especialmente franceses, para evitar la entrada de patógenos. Por otro lado, trabajamos en la reproducción de semilla de aquí con progenitores cultivados en la propia ría. Se ha logrado garantizar la trazabilidad del producto”, señala Rodríguez. No solo lograron producir semilla autóctona, sino que, en 2021, se convirtieron en el primer criadero de España con certificación ecológica. En los cuatro últimos años han producido cuatro millones de semilla de ostra. Con todo, la cantidad no es suficiente para atender las necesidades de las dos empresas que trabajan en el Eo, por lo que se combina con la compra de semilla foránea.

En el Centro de Experimentación Pesquera no solo se produce la semilla, sino que se depura la ostra. La media de los últimos años es un ritmo de 150.000 ostras depuradas al año, con dos picos claros en Navidad y en el festival de la ostra, una cita ya consolidada en el calendario festivo comarcal.

Otro cultivo emblema del centro es la almeja. De las instalaciones de Castropol han salido casi seis millones de unidades de almeja fina y babosa para repoblar las rías de Villaviciosa y el Eo. En concreto, en la ría oriental se depositaron 1,8 millones de unidades y, en la occidental, cuatro millones de semillas. Tras un parón de aproximadamente cuatro años, tienen previsto empezar este 2024 con los muestreos para determinar si las repoblaciones tuvieron éxito. El objetivo a largo plazo sería recuperar el marisqueo en el Eo, pues Villaviciosa sigue de momento cerrada por contaminación.

En la ría occidental, expone Carmen Rodríguez, los niveles de contaminación han mejorado mucho en los últimos años, en buena medida desde que se abrió la estación depuradora de Vilavedelle. “Sigue habiendo escapes, pero mejoraron mucho los niveles de depuración. La ría está catalogada como Zona B, por lo que es obligatorio depurar, si bien en algunos análisis los niveles nos permitirían estar en zona A, pero no se sostienen en el año. En el Eo influyen mucho las condiciones climatológicas y las riadas, de ahí que los picos de contaminación sean en invierno”, añade.

El trabajo en el Centro de Experimentación Pesquera de Castropol no para. En verano habrá producción de semilla de ostra y, en primavera, esperan comenzar de nuevo a producir almeja babosa. Además, van a probar el cultivo de berberecho para tener en 2025 las primeras unidades listas para la repoblación y, de paso, dar pasos firmes para potenciar el marisqueo en las rías asturianas. El futuro del sector depende en buena medida de los éxitos de este pequeño centro investigador escondido a orillas de la bella ría del Eo.