Así se trabaja en el último puerto comercial de la ría del Eo (está en Ribadeo, pero más del noventa por ciento de sus tráficos son asturianos)

Solo la pasta de papel que se fabrica en la biofábrica de Ence, en Navia, supuso en 2023 el 89% de los movimientos de "Mirasol"

Vista general del puerto, donde se carga madera, con Castropol al fondo.

Vista general del puerto, donde se carga madera, con Castropol al fondo. / T. Cascudo

El varamiento, hace unas semanas, del carguero Albiz en la ría del Eo puso el foco en el pujante puerto de Ribadeo. “Mirasol” es actualmente el único muelle comercial del estuario compartido con Galicia, digno sucesor del intenso tráfico de mercancías que durante siglos tuvo esta ría. Sin embargo, su actividad, estrechamente ligada a la fábrica naviega de Ence, pasa muchas veces desapercibida para los ribereños. Portos de Galicia abrió las puertas de Mirasol para LA NUEVA ESPAÑA, que, el pasado martes, presenció una jornada de trabajo en este próspero muelle.

El año pasado salieron por Ribadeo un total de 585.820 toneladas de mercancías, un 8,89 más que el año anterior. De hecho, el puerto lucense encabeza la actividad de los muelles de titularidad autonómica en la comunidad gallega. Los siete puertos de esta red movieron en conjunto 1.225.658 toneladas y casi la mitad tuvo como escenario el puerto ribadense. A la cabeza de sus tráficos está la producción de pasta de papel de Navia. No en vano, de las 585.820 toneladas movilizadas en 2023, 522.474 fueron de celulosa producida en la biofábrica de la capital naviega, es decir el 89% de los tráficos ribadenses. Estas jugosas cifras llevaron a Asturias a intentar, en 2008, quedarse con los tráficos de la papelera planteando una conexión ferroviaria entre Navia y Gijón. Se iniciaron las obras, con una cuantiosa inversión, pero el plan no fructificó y Ence siguió apostando por la conexión marítima ribadense.

Carga de la pasta de papel desde uno de los camiones procedentes de Navia.

Carga de la pasta de papel desde uno de los camiones procedentes de Navia. / T. Cascudo

Son las diez de la mañana y la actividad es frenética, pese a que solo un barco, de los tres que podrían hacerlo de forma simultánea, permanece amarrado a puerto. Es el “Berthold K.”, con noventa metros de eslora y bandera de los Países Bajos. Llegó a Ribadeo el lunes 1 de abril procedente de Sevilla y, a primera hora del martes, comenzó la carga de unas 4.000 toneladas de pasta con destino Ámsterdam. Este quehacer puede extenderse durante uno o dos días, pues depende de muchos factores como son las condiciones meteorológicas. La pasta, explica el personal portuario, es muy delicada y exige mucha limpieza. Por eso, a la mínima, los patrones de las embarcaciones paralizan la carga si hay algún riesgo para la mercancía.

Un momento de la carga de pasta de papel de Navia.

Un momento de la carga de pasta de papel de Navia. / T. Cascudo

Una vez abren las compuertas del barco, comienza el trasiego de camiones. Se crea una rueda continua de veinticinco camiones que circulan entre Navia y Ribadeo transportando la pasta de papel. Cuando llegan, se colocan bajo una de las enormes grúas del Grupo Nogar, dedicado a las mercancías de Ence, y comienza la carga. Si no hay barco en ese momento o si las condiciones del tiempo no permiten el trabajo exterior, la pasta se almacena en una de las naves portuarias a la espera del momento idóneo.

La pasta de papel se va principalmente a puertos europeos de Alemania, Países Bajos o Reino Unido, aunque hay ocasiones en las que desplazan mercancías hasta Túnez. Lo habitual es que cada mes recalen en Ribadeo una media de entre diez o doce barcos solo de pasta. Las conexiones de Mirasol son mayoritariamente europeas, pues el muelle no tiene capacidad para los enormes barcos que realizan viajes transoceánicos. El puerto ribadense tiene unas restricciones claras en materia de calado, no solo el marítimo (que ronda los 6 metros) sino el aéreo, ya que el puente de los Santos marca unos límites claros para los barcos que entran y salen de la ría. De este modo, lo habitual es que recalen barcos con una eslora de entre noventa y cien metros.

El calado marítimo es caballo de batalla en la ría y, precisamente, la Xunta afronta estos días el dragado del puerto con una inversión de casi dos millones de euros. En una reciente visita a Ribadeo el consejero gallego del Mar, Alfonso Villares, señaló que estas obras “dan respuesta a una necesidad de mejorar la operatividad de esta infraestructura portuaria”. Además, recuerdan fuentes portuarias al ser una ría protegida, cualquier actuación está sometida a una dura gestión ambiental por lo que se trabaja “buscando un equilibrio” entre el crecimiento y la conservación.

Carga de madera para la papelera naviega.

Carga de madera para la papelera naviega. / T. Cascudo

Después de la pasta de papel, la siguiente mercancía que moviliza Mirasol es la madera en bruto. El año pasado la cifra se situó en 24.273 toneladas. En la actualidad, entra mayoritariamente eucalipto para la fábrica de Ence y sale pino, con destino, principalmente, a Francia y Bélgica. El barco que trae madera la descarga al puerto y, desde allí, se cargan los camiones con rumbo a Navia.

La magnesita que se extrae en Sarria (Lugo) es otro material habitual en Ribadeo. En 2023 salieron por Mirasol, un total de 20.381 toneladas de este material y 13.038 toneladas de caolín, que procede de las minas del concejo lucense de Barreiros. Además, se movilizaron 5.545 toneladas de abonos minerales y 109 toneladas de grúas y materiales variados, que, en el caso de 2023, fueron elementos constructivos para el pujante astillero Gondán, de Figueras. En Ribadeo operan principalmente dos compañías: el Grupo Nogar está prácticamente centrado en los tráficos de Ence, mientras que Pertejo moviliza el resto de mercancías como la magnesita o el caolín. El trasiego es constante durante todo el año en esta ría fronteriza donde conviven con éxito la pesca y la acuicultura, la náutica de recreo, la actividad naval y el tráfico de mercancías.

Carga de madera en el puerto ribadense.

Carga de madera en el puerto ribadense. / T. Cascudo