La ciencia mira por el ojo de una ballena varada en Tapia: El curioso uso de un animal hallado en Serantes hace cuatro años

El Museo de Ciencias Naturales valenciano expone hallazgos de un equipo de la Universidad del País Vasco que investigó los órganos visuales de rorcuales

El rorcual boreal que varó en la playa de Serantes, en Tapia de Casariego, en el año 2020.

El rorcual boreal que varó en la playa de Serantes, en Tapia de Casariego, en el año 2020. / A. M. S.

A. Rubiera

A. Rubiera

"El ojo de la ballena" es la exposición que acoge, hasta el 30 de septiembre, el Museo de Ciencias Naturales de Valencia. Una muestra de fotografía científica, de conocimiento y sensibilización con el mundo animal y de curiosidad investigadora que empezó a fraguarse en 2019, con el varamiento de un rorcual en la playa de Sopelana (Vizcaya).

Era una mañana nublada de febrero, de mucho oleaje, cuando una ballena malherida llegaba a morir a la orilla de Sopelana. Medía 18 metros de longitud y pesaba 20 toneladas. El animal tenía muchas heridas, la más grande en el vientre, y poco se pudo hacer por su vida. Pero sus restos se convirtieron en una magnífica oportunidad para que la profesora Elena Vecino, catedrática de Biología Celular en la Universidad del País Vasco y quien lidera un grupo multidisciplinar de investigación en Oftalmo-Biología Experimental (GOBE), pudiera investigar cómo es la visión de las ballenas o por qué no sufren glaucoma teniendo en cuenta la profundidad a la que nadan.

La bióloga Elena Vecino, con el ojo que extrajo del cadáver de la ballena varada en Sopelana; debajo, zona de la exposición en Valencia, con un esqueleto de una ballena. UPV / Ayuntamiento de Valencia

La bióloga Elena Vecino, con el ojo que extrajo del cadáver de la ballena varada en Sopelana. / UPV

Tras hacerse con el ojo (solo tenía uno en buen estado) del rorcual de Sopelana, de casi un kilo de peso, Elena Vecino y su equipo se centraron en el estudio de las células de la retina. Y de todo lo que se les pusiera a tiro. Con los meses, el equipo pudo ampliar los trabajos científicos con el ojo de otra ballena que llegó a morir a la playa de Serantes, en Tapia de Casariego, a primeros del 2020, y en el 2022 se añadió más material de estudio de otro animal varado en Valencia. "El segundo ojo era de tamaño y dimensiones muy similares al encontrado en la playa de Sopelana. Al final, las investigaciones con las tres ballenas han dado lugar a cuatro publicaciones científicas, y en la actualidad seguimos trabajando en ello", explica Elena Vecino.

La exposición que ahora se puede ver en Valencia, y que ya ha recorrido algún otro punto de España, divulga las conclusiones de su investigación y ha permitido comprender "cómo es el funcionamiento de la visión de estos grandes cetáceos: por qué tienen baja visión y por qué no distinguen los colores, o también comprender cómo las células de la retina juegan un papel crucial en su supervivencia, permitiéndoles navegar en los vastos océanos e interactuar con su entorno marino", exponen.

La ciencia mira por el ojo de una ballena

Zona de la exposición en Valencia, con un esqueleto de una ballena. / Ayuntamiento de Valencia

Las explicaciones acompañan a todo un conjunto de fotografías obtenidas por microscopía electrónica que se convierten "en verdaderas obras de arte que capturan la esencia de la visión de las ballenas", describen desde el museo. Además, la muestra también transmite un mensaje de sensibilización sobre la diversidad funcional, dado que tiene sus contenidos adaptados para personas con discapacidad visual. Las fotografías han sido texturizadas, los textos se han sobreescrito en braille y se han incluido códigos QR que permiten el acceso a la audioguía. Y en las salas se ha instalado una cinta podotáctil que guía el recorrido de la visita.