El abogado y la ingeniera que se lanzaron a echar gasolina abren la primera estación de servicio en la autovía a su paso por el Occidente
Antonio González y Marta Fernández cumplen un sueño "en tiempo récord" y esperan ofrecer un plus a la comarca, que no contaba hasta la fecha con un negocio de este tipo
Antonio González cambió su trabajo en un bufete por echar gasolina en un área de descanso y Marta Fernández, su puesto como ingeniera en una conocida firma por hacer lo mismo y sumar a ello las tareas de hostelería. Fue en 2004, cuando se hicieron propietarios de una parte de la gasolinera de Novellana. Años después, y exactamente hoy, lunes, abren las puertas de la primera estación de servicio ubicada en plena autovía del Cantábrico a su paso por el Occidente, en El Franco.
"Nos dimos cuenta de que este trabajo nos llenaba, de que queríamos hacer esto, ser ‘aldeanos trabajadores' en el buen sentido del término, porque así nos sentimos", apunta Antonio González, quien por su forma de contar las cosas sabe que cumple un sueño.
La concesión del Estado para poner en marcha esta gasolinera con servicio de hostelería y descanso, tienda, duchas y cargadores para coches eléctricos, se hizo pública en noviembre de 2016 y aquellas navidades "las recuerdo frenéticas" porque el proyecto de ejecución tenía que estar detallado por imperativo legal en enero de 2017. Desde entonces han trabajado duro, no sin muchas preocupaciones, para poder abrir hoy a las nueve de la mañana las puertas de un negocio que han mimado mucho. Cuenta Antonio Rodríguez que el grueso de la obra se ejecutó en un año y medio ("nos parece un tiempo récord", apunta), pero que los trámites fueron más tediosos. Sin embargo, agradece la ayuda del Ayuntamiento de El Franco y del resto de las administraciones porque "a veces, por mucho que quieras, los plazos son los que son".
El empresario presenta su nuevo negocio como un auténtico dinamizador del cambio en la comarca. "Al final todos sabemos que las autovías traen, pero que también llevan, y lo que queremos es dar un servicio que no había, ofrecer algo más a la zona para que la gente se sienta bien con los servicios que se ofrecen", cuenta. Sin perder de vista el objetivo de toda empresa, que no eso otro que generar beneficios, el matrimonio cree que es posible trabajar con otro tipo de pensamiento, ese que destaca por tratar de hacer algo por el territorio en el que la empresa se asienta. «Nosotros queremos dar un plus, promocionar en la tienda productos de la zona y también hablar de las bondades de esta tierra», dice.
El empresario señala que se «cayó» en este mundo por casualidad y se sintió "muy a gusto". "Es una forma muy especial de tratar con las personas; al final eres como un refugio en la carretera, un lugar al que poder ir si te pasa algo", dice Antonio González cargado de nostalgia. Si echa la vista atrás, debe casi todo a su suegro, un conocido empresario de Gijón. Fue él quien habló al matrimonio de una posibilidad que se abría al vender un antiguo propietario de la gasolinera de Novellana su parte, el 51%. "Nos lanzamos porque a mi mujer la empresa la destinaba fuera de Asturias por un ascenso y creíamos que era el momento de apostar", recuerda.
Aquellos años fueron muy duros. "Echar gasolina a todas horas y trabajar en el negocio de hostelería, que dependía también de nosotros a la vez, era agotador", revela al tiempo que confiesa que el esfuerzo mereció la pena. Precisamente la solvencia con la que gestionaron el negocio fue decisiva. Con ella creció su autoestima porque el matrimonio comprobó que "se nos daba algo bien: formar equipos". Presume Antonio González de contar con una plantilla estable en Novellana y de ofrecer en La Caridad una veintena de puestos de trabajo por largo tiempo y buenas condiciones. "Fue lo que descubrimos, que se nos daba bien liderar", dice al tiempo que recuerda que una de las condiciones para acceder a esta concesión del Estado por 40 años era precisamente conocer el sector y disponer de experiencia acreditada.
La pareja, residentes en Gijón, inicia ahora nueva etapa cargada de ilusiones. Han tenido en cuenta "todo tipo de detalles" para que los clientes están a gusto y vuelvan. "No solo es echar gasolina a alguien, es estar cerca de una persona", apunta el empresario. Su mimo para diseñar este complejo con un edificio de 700 metros cuadrados lo cuenta en un detalle que para muchos puede sonar anecdótico. "Aquí, si quieres, primero puedes tomar un café y después echar gasolina, diseñamos un carril especial para volver al surtidor desde el bar, algo que se echa de menos en muchas gasolineras". El servicio estará abierto 24 horas para reponer combustible y es el primero de sus características de Asturias con acceso directo a la autovía, una vez pasada la provincia de Lugo, antes de llegar a Montico.
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