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Pote de berzas, chosco y frixuelos, ¿quién da más?

El buen hacer de Tineo a los fogones

Cuando paso al lado de una huerta y veo berzas plantadas me entra tristeza. Esta hortaliza de tallo alto, con hojas desgarbadas, en ocasiones, no me atraen lo más mínimo. Vamos, que no me ponen.

Las hojas de esa verdura son de buen tamaño, dan la sensación de ser duras. Pues sí, en algunas ocasiones lo son e incluso un poco amargas. Total, que no son apetecibles.

Su apariencia no incita a utilizarla en los fogones. Craso error. En algunos lugares esta triste y desgarbada berza se eleva a la categoría de manjar. Uno de ellos es Tineo.

El pote de berzas es un plato típico de este concejo. Lo es no porque esté en las cartas de los restaurantes, que sí lo está, si no por ser un plato común en las comidas de los vecinos de este concejo.

Esperen, no desistan de la idea de probarlo.

A la berza se le da un hervor previo para eliminar los excesos de ese posible sabor amargo. Luego da comienzo el maridaje. ¿Se pensaban que iban solas las berzas? No, nada de eso.

Unas patatas troceadas, alguna faba, no muchas, y luego los embutidos. ¿La cosa empieza a cambiar verdad?

El verde de la berza es muy monótono y es necesario darle color con la morcilla, chorizo, tocino y huesos de butietso (huesos de costilla y vértebras con carne). ¿Se lo van imaginando?

Los tonos rojizos del compango, junto con el verde, cambian aquel aspecto triste de la berza y lo convierten en un arco iris. ¡Qué gusto da verlo! Y ya no les digo el olerlo. Les garantizo que su presencia en la mesa despertará sus papilas gustativas.

El secreto de este pote de berzas es la calidad de los ingredientes, el darle tiempo a la cocción y desde luego una mano amorosa que lo mime.

Eso sí, esta no es una comida para tiquismiquis. Olvídense de la dieta, estén dispuestos a disfrutar y siéntense con hambre.

Su sabor contundente les colmará los sentidos y sus estómagos quedarán más que satisfechos. Dirán que están hartos y no podrán dejar de comer.

El compango lo desmenuzarán en el plato o lo comerán al final, pero no lo dejarán.

El brillo de sus frentes será el primer signo de placer. La sonrisa aflorará y de vez en cuando exclamarán un no puedo comer más. No se preocupen, seguirán comiendo. Y ya saben: un día es un día.

Estoy seguro que algún comensal, de forma disimulada, desabrochará su cinturón. Falta le va a hacer.

Tras este primer plato ¿qué les parece degustar chosco con patatas? ¡Ah! que no lo conocen. No se preocupen, han llegado a tiempo.

El Chosco de Tineo es un embutido compuesto por piezas de lomo o incluso de papada del cerdo y lengua, adobado con pimentón, sal, perejil y ajo. Todo ello se embute en el ciego del cerdo y se ahuma. Para degustarlo se cuece, se parte en rodajas y suele acompañarse de patatas también cocidas.

No podrán resistir la tentación y su estómago le dejará sitio. Está delicioso.

Llegados a este punto, los integrantes de la mesa sudarán de placer.

Para rematar esta comida ¿qué tal unos frixuelos o un arroz con leche? Ya sé que podrán decir que están más que hartos pero déjense llevar por la gula.

Cuando terminen se sonreirán unos a otros y más tarde no se apuren si les asalta algún remordimiento, piensen en todo lo que disfrutaron comiendo.

Llego la final y no se lo había dicho: estos platos pueden degustarlos en las Jornadas Gastronómicas de Tineo.

Platos tradicionales, productos de buena calidad, esmero y cariño en su elaboración ¿quién da más?

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