La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Félix Martín

¡Vete a ver la ballena!

Acerca de la posible explotación turística del pasado ballenero en Tapia

La frasecita de marras tiene que ver con la villa gijonesa cuando en 1895 apareció varada al pie de la desembocadura del Río Piles, una gigantesca ballena que, hizo las delicias de los playos de Gijón durante más de dos días. El espectáculo ante la avalancha de curiosos por contemplar aquella mole de carne putrefacta y maloliente, hizo que se organizaran pequeños puestos ambulantes, y hasta se alquilaran lanchas para su contemplación. Cuando alguien molestaba en una conversación (todavía hoy), el animalito era la excusa perfecta: “ … anda, vete a ver la ballena”.

Circunstancias que se desconocen, han hecho coincidir en pocos meses la presencia de dos de estos gigantescos mamíferos en las costas tapiegas. Que si varamiento por enfermedad y muerte natural, que si desorientación del pobre animal, lo cierto es que, estos acontecimientos que hacen de Tapia de Casariego una noticia de interés nacional, nos recuerdan una página de la historia de nuestra villa, de orígenes centenarios.

Y es que ya en el siglo XVII, aguerridos marineros vascos eligieron nuestra costa tapiega para la caza de ballenas, lo que da muestra del interés por esta actividad. Pasaban medio año en el pueblo, por lo que se llegó a establecer un contrato con la vieja Iglesia de San Martín (desaparecida), para que en el caso de fallecimiento de alguno de estos marineros, fuese enterrado en la propia iglesia, e incluso cerca del presbiterio. El pago de parte de los vascos, se establecía en especias, es decir, en carne del propio animal.

De este modo, en el emplazamiento que hoy conocemos como Os Cañois, se construyeron varias torres de vigilancia para la observación del paso de las ballenas. Cuando se avistaban, se encendían unas fogatas para que los marineros organizaran la caza con la mayor rapidez posible. El rédito económico de esta peligrosa actividad, hizo que Tapia construyera en dicho emplazamiento, un fortín con varios cañones de defensa ante el interés de otros barcos foráneos.

A día de hoy, bastaría con la construcción de un foso acristalado por la parte superior, para exhibir el esqueleto de uno de estos gigantescos mamíferos en el anfiteatro natural de Os Cañois. Una exhibición muy atractiva para turistas y curiosos, y que debería contar con el consiguiente texto explicativo en varios idiomas. Así pues y como dicen en Gijón, cuando alguien en Tapia nos diese la brasa, podríamos espetarle eso de, “ hala guapo, vete a ver la ballena ...”.

Compartir el artículo

stats