Opinión

Setenta años de surf en Tapia de Casariego

La larga historia de este deporte marino en el concejo

Casi todo se sabe ya acerca de la historia surfista tapiega, sin embargo es de justicia recordar cómo fueron las chicas Rivas y "Ventanova" quienes, a partir de mitad de la década de 1950, comenzaron a bailar sobre las olas de Tapia con unas tablas de madera con la proa curvada hacia arriba (champeros), adquiridas en Francia.

Pero un día de 1964, Toño "del Moderno" observó casualmente cómo unos extranjeros bajaban a la playa con unos enormes y extraños tablones; eran los primeros surfistas de los que se tiene constancia en la villa. La segunda y feliz casualidad fue testificada en la misma playa por Martín Carrasco, cuando dos años después vio que otro extranjero "caminaba sobre las olas" encima de otra enorme tabla.

La habilidad gestora de este joven, que en aquellos años era comisionado de las fiestas tapiegas, hizo el milagro de que a los pocos meses el NODO (noticias y documentales que durante el franquismo se emitieron obligatoriamente en los cines de toda España, antes de cada película), se hiciese eco del acontecimiento, logrando para Tapia la mejor publicidad posible, y, además, gratis. Por si fuera poco, en abril de 1968 se las arregló para comprar en Madrid la primera tabla de surf "pública", que habría de ser la escuela surfista de todo el pueblo. Ya sólo faltaban los maestros, y los australianos hermanos Gulley estaban llegando en furgoneta para asumir el magisterio surfista de los tapiegos. De las tapiegas, también, sobre todo en las pistas de baile de todo el concejo.

Desde el famoso primer campeonato de surf, en 1971, hasta hoy, las olas de Tapia de Casariego han sido el escenario público de más de 50 campeonatos locales, nacionales y hasta mundiales. Además, sin que los aficionados tengan que pasar por taquilla, otro mérito añadido para sus organizadores.

Los clubes Picante y Goanna, en ambos casos comandados por sendas mujeres, Cova Obegero y Adela Bas, vienen siendo sus entusiastas impulsores. De este modo y después de casi siete décadas, el surf, y por méritos más que sobrados forma parte de las señas de identidad tapiegas, a la vez que ha cambiado el paisaje juvenil de la villa.

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