Un belén artesanal, obra del ya fallecido José Ramón Díaz, que fue construyendo a lo largo del tiempo y que año tras año fue aumentando y completando hasta llegar a más de cien figuras con movimiento y otras doscientas estáticas. Éstas van desde diez a seis centímetros de altura y se distribuyen en una superficie de unos treinta metros cuadrados.

Se representan las estampas típicas de los belenes populares, así como otras de nuestro entorno asturiano, algunas ya olvidadas tras haber caído en desuso por el paso del tiempo, lo que además lo convierte en singular al tratarse de un pequeño museo etnográfico.

Una visita obligada de las Navidades franquinas.