La medalla de Carreño ya está en casa: “Tenía ganas de volver y celebrarlo con todos”

El tenista asturiano fue recibido por sus padres y su hermana en Barcelona

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Así fue la llegada a España de Pablo Carreño tras ganar el bronce en Tokio LOF

Después de un largo y agotador viaje, Tokio-Barcelona con escala en Zurich, Pablo Carreño ya disfruta de su bronce olímpico en familia. Sus padres, Alfonso y María Antonia, y su hermana Lucía lo recibieron ayer en el aeropuerto de El Prat junto a su novia, la barcelonesa Claudia Díaz. El tenista gijonés también fue recibido por dirigentes de la Federación Española de Tenis y aplaudido por las personas que coincidieron con él en la terminal, a las que atendió con la medalla al cuello. El esfuerzo de la pasada semana en Tokio le ha llevado, de acuerdo con su cuadro técnico, a cambiar la planificación inmediata. Renuncia al Masters 1000 de Toronto de la próxima semana y reaparecerá en el de Cincinnati, que comienza el día 15.

“Tenía muchas ganas de venir y poder compartirlo con todos”, declaró Carreño ante los micrófonos de Televisión Española, bromeando sobre la medalla de bronce que llevaba al cuello: “Pesa lo suyo, pero estoy muy contento de poder tenerla. Es un sueño y ahora voy a seguir trabajando para que lleguen más”. Y añadió: “Me lo creo porque llevo un par de días recapacitando sobre lo que ha pasado. Cuando me fui a Tokio era un objetivo que, por suerte, he podido cumplir”.

Pero Carreño no se conforma: “Queda mucho por hacer todavía. Esto es una recompensa al trabajo, así que me da fuerza para seguir”. Al ser informado de que un grupo de niños le estaban animando y aplaudiendo desde una pista de tenis del Grupo Covadonga, Carreño les envió un mensaje: “Me gustaría estar con ellos para celebrarlo y muy pronto estaré en Gijón. Que sigan trabajando porque así es como se pueden conseguir las cosas en el deporte”.

Pablo Carreño y su padre, Alfonso, se funden en un abrazo, ayer, en el aeropuerto de Barcelona. | LOF

Dos horas después de recibir la medalla de bronce en la pista central del Ariake Park de Tokio, escenario del torneo olímpico de tenis, Pablo Carreño dio por finalizada su primera experiencia olímpica. Abandonó la Villa en la que se pasó los últimos diez días, junto a deportistas de todo el mundo, y se dirigió al aeropuerto, en compañía de su entrenador, Samuel López, y del médico del equipo español, Ángel Ruiz-Cotorro. En Barcelona le esperaban, además de sus familiares más cercanos, el director general de la Federación Española de Tenis, Lorenzo Martínez; y el director deportivo, Javier Soler.

Soler, que fue tenista profesional entre 1976 y 1984, felicitó efusivamente a Carreño. Y valoró para LA NUEVA ESPAÑA su medalla en Tokio: “Supone mucho porque es muy difícil conseguir una medalla olímpica en cualquier deporte y también en tenis. Estaban los mejores jugadores del mundo y tiene mucho mérito quedar tercero después de ganar a estrellas como Medvedev y Djokovic”.

Javier Soler considera que el éxito de Carreño le vendrá muy bien al tenis español: “Lo que ha hecho Pablo es excepcional. Tiene un peso importante en el deporte y en el tenis español porque una medalla olímpica tiene muchísima visibilidad. Es una medalla de bronce que sabe a oro porque ha ganado al número 1 y al número 2 del mundo”. El director deportivo de la Federación considera que este resultado es consecuencia del nivel que ha alcanzado Carreño: “Ya no es una promesa, es una realidad, el número 11 del mundo. Cada vez juega un tenis más sólido, más estable, con más confianza. Y todavía tiene margen de mejora. Estoy convencido de que Pablo se va a meter entre los diez mejores. Le queda un paso muy pequeño”.

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