Cuando éramos más jóvenes, seguro que de forma ingenua, creíamos que nuestra generación lograría un mundo mejor, en aspectos como las relaciones humanas. El tiempo nos ha provocado una cierta frustración. La cruda realidad impone la lógica de la historia: los cambios son lentos y requieren educación, mucha educación, y memoria. Asusta comprobar como las encuestas indican que un número relevante de jóvenes de hoy son permisivos con el maltrato a las mujeres. Ellos porque las consideran de su propiedad. Y ellas porque lo toleran, incluso lo ven como un signo de amor. Es un triste retorno a la oscuridad, a la propiedad del ser humano. Con la celebración del día contra la violencia de género, los estudiantes realizaron actividades para entender que mujer y hombre son iguales. Que nada justifica actos de violencia física o psíquica contra una mujer. El mejor antídoto es la educación y el mejor remedio la justicia.