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Miembro numerario del Real Instituto de Estudios Asturianos

"Laudato si, mi signore"

El texto valiente, preciso y prolijo del Papa sobre el medio ambiente

Ciertamente sería una petulancia por mi parte intentar abordar un análisis crítico de la recientemente aparecida Carta Encíclica "Laudato si" del Papa Francisco sobre el cuidado de la casa común, entre otras muchas cuestiones, porque mis conocimientos teológicos, litúrgicos y morales de la religión católica, son ciertamente humildes, precarios y superficiales. Sin embargo, quiero saludar con infinita alegría este texto, valiente, preciso y prolijo, desde una óptica en la que llevo muchos años desarrollando mi vida laboral, mi militancia política y social, e incluso mis aficiones: el estudio, protección y conservación de nuestros recursos naturales.

No parece casual que el primer Papa latinoamericano, el jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio, que al ascender al papado ha sido el primero en adoptar el nombre de Francisco, identificándose con el santo naturalista de Asís, sea también el primero que aborda desde una perspectiva ecuménica aspectos como la biodiversidad, el cambio climático, la contaminación, la explotación de los recursos, el impacto ambiental, la degradación de las sociedades humanas y el deterioro de la calidad de vida, el desarrollo sostenible, la educación ambiental, el consumismo, la ética ecológica y un largo etc., y los plasma en seis capítulos que desarrolla a través de diversos epígrafes con un total de 246 entradas numeradas, la última de las cuales propone dos oraciones, una para todos los que creen en un Dios omnipotente (Oración por nuestra tierra) y otra para los cristianos (Oración cristiana con la creación).

Hace unos años, pocos, en 2012, mí buen amigo y mejor persona, para mí uno de los científicos más prestigiosos de España, dedicado a las ciencias del mar, el Dr. Ángel Guerra Sierra, católico militante de a pie, me regaló su libro recién publicado "Salvaguardar el medio ambiente", cuyo título está tomado del capítulo décimo de la Doctrina Social de la Iglesia. En él -desde la óptica de un científico comprometido con todo lo que nos rodea- desgrana múltiples aspectos del problema ambiental en total armonía y coincidencia con lo que ahora redacta el Papa Francesco.

Merecen destacar sus reflexiones a propósito de la educación ambiental, disciplina tan olvidada en España y que tuvo un gran impulso a comienzos del período democrático actual, pero que fue derivando a un simple adoctrinamiento en aquellos aspectos (basuras, paisajes, suciedad, banderas azules, interpretación de lugares, museística, etc.) que va interesando trasmitir a los gobernantes, cuando sin embargo, como bien reflexiona el Dr. Guerra, hemos de entender la educación ambiental como un proceso que busca el desarrollo de actitudes conductuales permanentes que guíen a personas y grupos. "Se trata, en definitiva, de educar sobre la forma de continuar el desarrollo al mismo tiempo que se protegen y se conservan los ecosistemas del planeta", apostilla. Claro que un ciudadano educado en este sentido no deja de ser un peligroso incordio para el poder establecido, como bien se puede ver en los gratuitos y continuos ataques que reciben gestores, ecologistas, investigadores, naturalistas y demás personas preocupadas por la biodiversidad y el futuro del planeta.

Pues bien, enlazando con el nuevo comunicado papal, quisiera resaltar su reconocimiento a cuantos luchadores han ayudado al tan denostado ecologismo. "El movimiento ecológico mundial ya ha recorrido un largo y rico camino, y ha generado numerosas agrupaciones ciudadanas que ayudaron a la concientización", dice Francesco, a la vez que hace un llamamiento a un cambio solidario: "Las actitudes que obstruyen los caminos de solución, aun entre los creyentes, van de la negación del problema a la indiferencia, la resignación cómoda o la confianza ciega en las soluciones técnicas: Necesitamos una solidaridad universal nueva".

Del minucioso texto papal cabe resaltar el papel importante que Francesco otorga a todas las especies que habitan el planeta por su valor intrínseco. "Para el buen funcionamiento de los ecosistemas también son necesarios los hongos, las algas, los gusanos, los insectos, los reptiles y la innumerable variedad de microorganismos", destacando también la falta de estudios rigurosos sobre la biodiversidad en los análisis de impacto ambiental. El mensaje es tan claro que aborda temas tan debatidos como la explotación forestal intensiva cuando escribe: "El reemplazo de la flora silvestre por áreas forestadas con árboles, que generalmente son monocultivos, tampoco suele ser objeto de un adecuado análisis. Porque puede afectar gravemente a una biodiversidad que no es albergada por las nuevas especies que se implantan". Pensemos, sin ir más lejos, en el continuo eucaliptal en que se han convertido los paisajes del territorio asturiano en las zonas medias y bajas, y todo lo que significa en pérdida de riqueza biológica, patrimonial y paisajística.

Las afirmaciones del Papa Francesco sobre el cambio climático son claramente contundentes: "?numerosos estudios científicos señalan que la mayor parte del calentamiento global de las últimas décadas se debe a la gran concentración de gases de efecto invernadero (?) emitidos sobre todo a causa de la actividad humana.", reconociendo, asimismo, que "si la actual tendencia continúa, este siglo podría ser testigo de cambios climáticos inauditos y de una destrucción sin precedentes en los ecosistemas, con graves consecuencias para todos nosotros".

Seguir desgranando el texto de esta Encíclica, que apenas supera los dos meses de ver la luz, sería, probablemente muy pesado para el lector, a la vez que poco interesante, por otra parte, es preferible que cada cual la lea y extraiga sus propias conclusiones, el texto está alojado en Internet a disposición de la Humanidad, y aunque vaya dirigida a los católicos en particular (1.230 millones de personas) y a los cristianos en general (más de 2.200 millones), está llamada a constituir el sólido pedestal de una verdadera Doctrina Ambiental de la Iglesia, adelantándose con mucho a otras religiones e ideologías políticas, que no han sabido entender lo que desde mucho tiempo atrás venimos advirtiendo, en mayor o menor medida, millones de personas por todo el mundo.

En resumen y siguiendo al Papa en su atinada defensa de nuestra casa común, "que nuestras luchas y nuestra preocupación por este planeta no nos quiten el gozo de la esperanza". ¡Laudato si, Franciscus! Multas gratias!

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