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Tino Pertierra

Sólo será un minuto

Tino Pertierra

El abismo dorado

Roberto: "Mi padre no era muy comunicativo pero una vez me dio un consejo que nunca olvidé: si no eres el más fuerte de la selva intenta ser el más rápido. Y para mí el alcohol siempre ha sido una forma de ir más rápido que los demás: me hacía sentirme más ingenioso, más valiente, más seguro. Todo empezó cuando entré en la Universidad e hice amistades que usaban el abrevadero de alcohol para inventarse un mundo de placer que sólo existía en sus mentes. Pero tuve la suerte de conocer a Raquel. Por ella dejé de beber, y no le importó que a su lado, sin la mente alcoholizada, saliera mi verdadera personalidad, que no tenía nada que ver con el tipo gritón, insolente y falsamente alegre que surgía cuando ingería la pócima mágica. Pero la carrera se acabó y Raquel se fue a hacer un máster a Estados Unidos. Me quedé solo y entré en una profesión muy propicia para que la gente de carácter débil como yo buscara un extra de sociabilidad por vías externas. Volví a la botella. O ella volvió a mí. A Raquel la perdí cuando la llamé el día de su cumpleaños rodeado de nuevas amistades líquidas y la traté con insolencia. Quizá fue mi subconsciente el que me sugirió que estaría mejor sin ella, libre de remordimientos por haber incumplido la promesa que un día le hice, borracho de amor. Ahora soy un hombre ya maduro que no se emborracha por las esquinas, tengo mis locales amigos en los que encuentro a gente que me comprende porque tienen el mismo problema, adictos a un mal que nos enciende y nos apaga, prisioneros de una cárcel cuya llave nos pertenece pero que no somos capaces de meter en la cerradura. Por el día soy un buen profesional. Por la noche me sumerjo en las aguas plácidas que me sirven en vaso corto y buceo en las profundidades de mi lenta agonía. No soy agresivo, no busco problemas, no corro el riesgo de amanecer en una celda de verdad. Me siento apartado del mundo y dejo que mis ruinas se inunden de aguas doradas donde nadie me pide cuentas, donde no hay reproches y mis fracasos tienen un sabor dulce".

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