Síguenos en redes sociales:

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Cien líneas

¡Increíble!

Otra vez: ¡oh!, ¡ah!, ¡uf!, ¡ay! Socialistas de todas las sensibilidades -vaya humorada- se rasgan las vestiduras al ver publicado que José Ángel Fernández Pilla durante cinco años cargó al SOMA 360.000 euros de gastos personales que incluían carburantes, puros, comidas, perfumes y un coche.

Tampoco sabían nada de nada cuando apareció ante la ventanilla de un banco con una saca al hombro y un millón de euros.

¡Oh!, ¡ah!, ¡uf!, ¡ay! Quién lo iba a decir, exclaman y suspiran por las cuatro esquinas quienes durante décadas estuvieron a su lado, aupados desde la nada por el líder carismático hasta altísimos puestos y las fortunas consiguientes que ahí se forjan con los procedimientos que, sí, amigo lector, acabas de adivinar.

Lo echaron en sólo unas horas sin procesos garantistas ni nada de nada, señal inequívoca de la culpa compartida.

El lema, ya saben: "A mí que me registren". Ya había sido acuñado antes, cuando Riopedre, la Roldana y compañía fueron a la cárcel. Reedición de la comedia y rostro de hormigón armado.

Ni idea tenían los beneficiarios de la chequera que se pasaban el día en Logos mientras los mineros honrados bajaban al pozo a jugársela. Ni idea entre los que crecían a las faldas del sindicalista, criado, a su vez, por Claudio Ramos, jefe superior de Policía en tiempos de Franco. Ni idea de nada, oiga.

Ni idea, tampoco, los 800 de la trama jamonera con sus nombres y apellidos anotados en la agenda rosa. ¡Oh!, ¡ah!, ¡uf! ,¡ay! Quién lo iba a decir, 360.000 euros. Menuda desagradable sorpresa, ¿eh?

(Para la terapia de esta semana se recomienda vivamente el concertante "S'appressan gli istanti", de la ópera "Nabucco", de Verdi).

Esta es una noticia premium. Si eres suscriptor pincha aquí.

Si quieres continuar leyendo hazte suscriptor desde aquí y descubre nuestras tarifas.