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La esquina

Javier Morán

El niño y el casco

La imagen del día no fue alguna procesión laica de dirigentes de algún partido que se dirigían a la enésima rueda prensa de la semana. La imagen de ayer la publicó en su primera página este periódico gracias al talento de Miki López, autor de la misma. Un niño sujeta en sus manos un casco de bombero, el casco de su padre fallecido en las tareas de extinción de un incendio ocurrido en la calle Uría de Oviedo. Un bombero, Eloy Palacio, fallecido en día de descanso, descanso que interrumpió para ir a ayudar a sus compañeros y para meterse quizá en la zona más peligrosa de un edificio ya en ruinas por culpa del fuego. Luis Palacio, su hijo, no se separó del casco de su padre durante todo el funeral.

El gesto del bombero Eloy Palacio nos reconcilia con la profesionalidad de un profesional de cuerpo entero. Los bomberos llevan meses protestando delante del Parlamento regional en demanda de mejoras de su servicio, pero se produce una emergencia seria y se visten el traje ignífugo y se colocan el casco en un día de descanso.

Un ejemplo social y profesional que demuestra categoría humana y un amor a una profesión de riesgo que merece todos los reconocimientos posibles. El fuego asesino de la calle Uría de Oviedo nos ha reabierto los ojos para ver que por encima de crisis, recortes y malestares, en estas tierras existen profesionales que dan ejemplo diario de abnegación y sacrificio. Eloy Palacio es el último ejemplo de esa grandeza. Su hijo, con el casco del padre, es la imagen viva de ese ejemplo.

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