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Decano de la Facultad de Biología

Un galardón bien merecido

Un estímulo para quienes no dan por perdida la batalla de la conservación del planeta

Constituye un merecido galardón y un gran respaldo científico internacional el otorgamiento del premio "Princesa de Asturias" de Cooperación Internacional 2016 a la Convención Marco de Naciones Unidas Sobre el Cambio Climático (UNFCC) y el Acuerdo de París. Se ha premiado un modelo de compromiso a nivel mundial rubricado por 195 países en el Acuerdo de París de finales de 2015 y conocido como la COP 21, que pretende conseguir una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, provocadas por una desaforada actividad humana, con el fin de evitar, en un futuro próximo, que la temperatura media mundial supere los 2º C de aumento con respecto a los niveles preindustriales y también redoblar los esfuerzos para conseguir limitar el aumento en 1,5º C.

Esto no es una cuestión baladí, pues hace varios años, en una conferencia que impartí en la Facultad de Geología de la Universidad de Oviedo sobre el "Cambio climático y su posible efecto sobre el paisaje vegetal de la Cornisa Cantábrica", aplicando la metodología y modelos de las series de vegetación basadas en su estrecha relación con el bioclima y la biogeografía, establecía en función del aumento medio de la temperatura entre los 2 y 4º C y bajo diversas hipótesis sobre las precipitaciones y su régimen anual, una serie de hipotéticos escenarios para finales de 2100 en el oriente de Asturias. En todos los escenarios se manifestaba, con mayor o menor intensidad, un proceso de mediterranización del territorio, es decir, un aumento del periodo de sequía estival superior a dos meses, lo cual es propio del clima mediterráneo existente al sur de la cordillera Cantábrica. Ello implica automáticamente que nuestros actuales bosques planocaducifolios (carbayedas, robledales, fresnedas, abedulares, hayedos, etc) típicos del bioclima templado (carente de un periodo de sequía estival) en el mejor de los casos serán sustituidos por bosques de carácter mediterráneo (encinares, alcornocales, quejigares, etc), así como todas sus etapas y orlas de sustitución. Este cambio climático también afectaría a los actuales cultivos que tendrían que ser sustituidos por otros adaptados a las nuevas condiciones bioclimáticas. Se puede argumentar que el cambio climático ya lo sufrió nuestra Cornisa Cantábrica hace unos cuantos miles de años, cuando aquí reinaba un clima mediterráneo que fue sustituido por el actual clima templado, pero aquel cambio se materializó a lo largo de muchos siglos y permitió una adecuada adaptación de los seres vivos. Sin embargo, el cambio que se prevé será muy brusco, ya que tendrá lugar en menos de 100 años, sino se modifican las previsiones.

Este premio representa un nuevo estímulo para aquellos que aún pensamos que no está perdida la batalla de la conservación de nuestro planeta dentro de los parámetros de una economía sostenible.

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