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Billete de vuelta

Francisco García

Bendita bendición

Que la alcaldesa de Gijón asista o deje de asistir a la bendición de las aguas en la festividad de San Pedro no debería ser cuestión de estado local. Se me ocurren otra decena de sitios y sedes adonde convendría que la Alcaldesa se desplazara, con mayor o menor frecuencia, y de mayor relevancia y enjundia para el interés común de la ciudadanía: a Madrid y a Oviedo, por ejemplo, a protestar por los incumplimientos de las administraciones central y autonómica con la ciudad más poblada del Principado, y con frecuencia no la mejor tratada por los poderes públicos foráneos.

Cuando se cree ciegamente en la libertad y se lleva esa sacra palabra pegada a la boca como si fuera un empaste hay que ser tan respetuoso con la de los demás como con se es con la propia. O incluso más. Si la presencia de Moriyón con un ramo de flores en la balaustrada de San Pedro contraría a algunos ciudadanos, que están en su derecho a no comulgar con ese acto simbólico, también es probable que su asistencia enorgullezca a otros tantos. Es como si quiere ir a los toros: allá cada cuál.

De igual forma, si algún día el podemista Mario Suárez del Fueyo llega a portar el bastón de mando municipal, para lo que el portavoz de Xixón Sí Puede se está preparando a conciencia, habrá que respetar su libertad de no acudir a un acto de raigambre religiosa, que en todo caso no habría que suspender ni demonizar sólo porque no concuerde con los sentimientos del que manda.

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