Síguenos en redes sociales:

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

EDITORIAL | Gijón

La labor política, sin regalos ni dádivas

El Ayuntamiento de Gijón va a someter en las próximas semanas a debate ciudadano una ambiciosa ordenanza de buen gobierno y transparencia, la mayor parte de cuyos aspectos más singulares desgranó la pasada semana en exclusiva este periódico. Los concejales que conforman la Corporación gijonesa y los altos cargos municipales se verán obligados a hacer públicas sus retribuciones, tanto públicas como privadas, las dietas que cobran, el uso que hacen del coche oficial y del teléfono que reciben al llegar al Ayuntamiento y hasta de los viajes que realizan en el desempeño de su cargo. La medida afecta también a cada grupo municipal, que tendrá que dotar de absoluta transparencia la asignación económica anual que recibe.

El asunto más controvertido de la ordenanza es la regulación de los regalos que reciben concejales y cargos directivos del Ayuntamiento, y que en ningún caso podrán superar los 50 euros, según el documento próximamente sometido a información pública. Hay que saber diferenciar lo que se entiende como un obsequio propio de la cortesía habitual de la actividad política de lo que supone un regalo que busca ganar el favor del servidor público, pero ponerle precio a esa cortesía en los 50 euros que señala la ordenanza municipal se antoja una medida cosmética. Para evitar cualquier malentendido, los altos cargos y empleados públicos municipales deberían tener prohibido aceptar cualquier regalo, dádiva, beneficio o favor para sí mismo y para su círculo familiar inmediato por parte de terceros.

La salud democrática de una sociedad depende en gran medida de la calidad ética de sus ciudadanos y de sus representantes políticos. La credibilidad de las instituciones -en este caso, el Ayuntamiento de Gijón- depende de la confianza que sean capaces de generar en la ciudadanía. Esa confianza se gana con buenas prácticas, entre las que no se encuentra, obviamente, la aceptación de regalos, sean del valor que sean. Ejemplaridad hay que exigirles a los servidores públicos, además de otras virtudes cívicas que emparentan con la capacidad de servicio, como la honestidad y la austeridad. Ningún obsequio, por pequeño que sea, debe empañar la honorabilidad de los representantes políticos de los gijoneses en el Ayuntamiento.

Esta es una noticia premium. Si eres suscriptor pincha aquí.

Si quieres continuar leyendo hazte suscriptor desde aquí y descubre nuestras tarifas.