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Cien líneas

Somos

Les paxarines en la pedrera de la Catedral, el agua de la hidria de las bodas de Caná, el emocionante canto del inmemorial miserere, la solemne bendición con el Santo Sudario, la reliquia más importante de la cristiandad... Oviedo por San Mateo, construida día a día sobre su pasado porque somos lo que fueron y quienes no ven algo tan obvio o, peor, aún adivinado rechazan tal evidencia, son clarines de una catástrofe segura.

Jovellanos bien lo entendió. Nuestra Constitución, decía, viene de las Cortes de León, las primeras de Europa y sucesivos aportes, claro. Una ley solo es útil si antes de ser promulgada se cumple. Conviene reflexionar sobre esa idea. Solo cuentan la costumbre y la tradición. La historia. Cánovas insistió en ese vector: vengo a continuar la historia de España, afirmó al hacerse cargo del Gobierno.

La taula rasa, el adanismo y el mantra del Año I exigen guillotinas y gulag.

Somos porque fueron y porque serán. Somos lo que fueron nuestros antepasados y estamos obligados a pasar esa herencia, multiplicada y mejorada, a quienes han de venir.

Solo existe el pasado que es genuino presente. El futuro es pura emergencia.

Desde Oviedo Alfonso II el Casto llegó a Lisboa y estableció el Camino. Desde Oviedo Bernardo del Carpio derrotó a Carlomagno en Roncesvalles. Desde Oviedo Alonso Quintanilla creó el primer Estado moderno del planeta y financió el Descubrimiento de América. Desde Oviedo, el 25 de mayo de 1808, se constituyó la nación política española.

Venga, venga todos a la Catedral: somos eso.

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