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Billete de vuelta

Francisco García

Inamovible Gijón

Mientras la marca blanca de Podemos en Gijón discute en círculo si lo que se atisba en lontananza son galgos o son podencos, son Josechus o Moriyones, y cavilamos los demás acerca de si los concejales de Xixón Sí Puede se alinean en el bando de Iglesias o en el de Errejón o están todavía enfrascados en la dialéctica de la tesis, la antítesis y la síntesis; en ese ambiente enrarecido de mociones de censura sin censor, Gijón celebra a lo grande la "Semana de la movilidad".

¡Albricias!, movilidad en una ciudad que se mueve poco, que gobierna el inmovilismo, que por quieta no se moja ni cuando llueve salvo que se resida en la calle Brasil, cuyos habitantes le dedicaron ayer a la Alcaldesa una sonora batucada.

Para movilidad, la del concejal delegado del área de Tráfico, que se pasa la "Semana de la movilidad" en Londres; movilidad la de los funcionarios municipales, que con el nuevo modelo de organización de la Casa Consistorial van a cambiar más veces de jefe y de mesa que de gayumbos; movilidad de las ayudas sociales, que se volatilizan; movilidad la del Sporting, que viajó a Vigo en autocar; movilidad la de los empleados de Emulsa, a los que les dieron sus jefes una hora de permiso para poder llegar a tiempo a hacerse una foto de familia en su sede de Roces...

Así es Gijón, la inamovible, la que se opuso mientras pudo al Movimiento. En esta ciudad no podría haber mascullado Galileo Galilei la gloriosa frase que se le atribuye: "Eppur si muove". Aquí no se mueve nadie: es más una ciudad invisible, al estilo de las que dibujaba Marco Polo para Italo Calvino.

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