Los políticos suelen estar tan ensimismados en su propia burbuja, tan fuera de la realidad, que muchas veces sacan conclusiones carentes de lógica; meros despropósitos. Y eso vale tanto para los partidos tradicionales como, y eso es más preocupante, para los de nueva creación, para los que se llaman a sí mismos regeneracionistas.
Los dirigentes de Podemos, los de aquí y los de Madrid, están que echan chispas contra el PSOE por la decisión tomada por su comité federal de permitir un gobierno del PP y así evitar unas terceras elecciones. Tan molestos se muestran que incluso dicen estar dispuestos a distanciarse de los socialistas en las comunidades autónomas y en los ayuntamientos en los que están colaborando.
Los máximos responsables del partido morado consideran impresentable que el PSOE facilite un Ejecutivo presidido por Rajoy y, sin embargo, ven totalmente normal que ellos mismos, a través de la marca local Xixón sí Puede, permitiesen a la derecha más extrema de Asturias, al partido de Francisco Álvarez-Cascos, hacerse con la Alcaldía del municipio más poblado de Asturias. Para nada valoraron que los tres partidos de la izquierda, PSOE, Podemos e IU, contasen con mayoría absoluta.
Argumentaron los seguidores de Pablo Iglesias que el PSOE gijonés no era trigo limpio; que los políticos socialistas estaban implicados en cosas sucias en los sobrecostes de El Musel. Y entonces, como si Álvarez-Cascos no tuviera pasado, apostaron por su candidata a la Alcaldía. Un año y medio después ningún concejal socialista está acusado de nada ilegal por la justicia y la Alcaldía continúa siendo casquista. Mira que tuvieron tiempo los podemistas para presentar una moción de censura junto a IU y PSOE como para que vengan a decir ahora que la decisión del comité federal de los socialistas dificulta dicha moción.
Por otra parte, que Podemos no iba a aprobar los Presupuestos del Principado para el próximo año era algo cantado. Con abstención del PSOE en la investidura de Rajoy o sin ella. Javier Fernández es su gran obsesión.