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Windesheim Honours College (Zwolle, Holanda)

Las elecciones dejan un nuevo crisol político en Holanda

Este pasado miércoles no fue un día electoral cualquiera en Holanda. En comparación con las últimas elecciones del 2012 se respiraba un ambiente diferente. En la Universidad de Windesheim, donde se acondicionó una sala para que el personal y los estudiantes pudieran votar sin tener que abandonar el campus, los más jóvenes votaban esta vez con ilusión y con un grave sentido de la responsabilidad sabiendo que en sus manos podría estar la clave para salvar al país de la extrema derecha.

El país ha querido hablar. La participación ha superado el 84% y en muchos sitios han tenido que solicitar papeletas extras porque la participación fue masiva. De hecho, a las 9 de la noche se tenía previsto el cierre de los colegios electorales, pero se ha tenido que extender porque en muchos sitios aún había colas de ciudadanos esperando a ejercer su derecho al voto. Estaba claro que hoy se decidía si Holanda seguía abanderando la Europa progresista y liberal, preocupada por el medioambiente, o si por el contrario iba a ser el primer país de la UE en comenzar la caza de brujas al Islam.

En estas elecciones la balanza se inclinaba a los extremos. No había casi espacio para las medias tintas. Holanda votaba hoy derecha o la izquierda más radical con su voto protesta. Muchos de los votos protesta se han ido así al Partido Animalista y a otros nuevos partidos minoritarios que dibujan este crisol multipartidista de los Países Bajos como el partido de los grises, 50Plus, el partido de los inmigrantes, Denk, etc. Gane quien gane, eso sí, la amenaza del Nexit se mantenía en el ambiente. Europa como unión pierde cada vez más fuerza en uno de los países fundadores. El partido de Geert Wilders, PVV, anti-islamita y de derecha radical, ha conseguido en los últimos años movilizar a muchos votantes con un programa vacío de contenido que ocupa apenas una página. Su principal mensaje es terminar con la libertad de religión (prohibición del Islam) en Holanda. Para ello tendría que cambiar la Constitución, cosa que aún no ha explicado cómo va a hacer. El miedo había comenzado a instalarse en un país en el que muchos holandeses de origen marroquí ya tenían diseñado un plan B (huida del país) en caso de que Wilders ganara las elecciones. El miedo a perder muchos votantes, obligó al Primer Ministro Mark Rutte y líder de los neoliberales VVD, a publicar hace unas semanas una carta en todos los medios donde invitaba a todos aquellos que no quisieran seguir las normas del país a abandonarlo y regresar a sus países, en una clara referencia a que los criminales de este país, solo pueden ser extranjeros. Holanda se radicalizaba y se inclinaba hacia un rancionacionalismo.

Un día antes de las elecciones se simularon elecciones en los institutos del país. Los más jóvenes consiguieron poner las cosas en perspectiva para los votantes legales apenas 24 horas antes de que se abrieran las urnas. Si los más jóvenes (12-17) pudieran votar legalmente, los grandes ganadores serían el partido animalista y el partido de los verdes, con un líder joven y dinámico, Jesse Klever, que ha conquistado a las nuevas generaciones de votantes con un cierto estilo Trudeau. Los más jóvenes y votantes del futuro han enviado un mensaje claro a los que pueden votar ahora: lo importante aquí es el planeta, es ese nuestro futuro, lo demás no tiene sentido. A estas horas comienzan a conocerse los primeros exitpolls a pié de urna. El partido del actual gobierno, la derecha neoliberal VVD, podría haber conseguido el mayor número de votos pero perdiendo un considerable número de escaños. El gran perdedor el PvDA, partido socialista, que han pasado de 38 a 9 escaños. Una gran bofetada de sus propios electores que no han perdonado su coalición y apoyo al gobierno del VVD en los últimos años. Wilders sube, con 19 escaños en la segunda cámara, pero no parece arrasar como se preveía. Quizás esto se deba a la gran participación de gente joven que han conseguido que Groene Links (La izquierda verde) suba espectacularmente y se convierta en el partido más votado en las ciudades universitarias. Su líder, el joven Jesse Klever ha conseguido conquistar a los votantes más jóvenes con un programa en el que medioambiente y educación jugaban un papel primordial, junto a la promesa de erradicar la cantidad de riesgo propio que los ciudadanos en Holanda tienen que pagar en caso de enfermedad a pesar de tener seguro medico.

Holanda ha hablado y los grandes partidos tradicionales han ido a la baja. Un nuevo crisol político se dibuja en el país, con la esperanza para unos de una Holanda más verde, y la amenaza de otros de una Holanda más cerrada y radical a la sociedad multicultural. La lectura más clara, al menos la mía personal como profesora, es que hoy la gente joven nos ha dicho que aún hay esperanza.

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