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Xuan Xosé Sánchez Vicente

Aunque no se lo crean

La política económica asturiana de infraestructuras es susceptible de una notable mejora, dicho con piadoso eufemismo

Quienes de ustedes tengan interés por ella habrán venido leyendo en LA NUEVA ESPAÑA, durante meses, el culebrón de la falta de potencia energética en el polígono industrial de Lloreda, en Xixón, un polígono de reciente creación: las escasas empresas allí situadas se encuentran con que no tienen suministro suficiente para su actividad. Pues bien, después de muchos meses de tira y afloja, el 11 de agosto de este 2017 un convenio firmado entre los consejeros Fernando Lastra -persona valiosa, a quien desde aquí felicito por su nombramiento-, Isaac Pola e Hidrocantábrico garantiza la solución para abril de 2018.

No es el único problema que tiene ese polígono: carecen de servicio de fibra óptica y sus accesos están tan mal diseñados que los camiones de cierta longitud han de tomar la rotonda de acceso por la izquierda, ya que por la derecha no pueden realizar el giro. A veces, además, coinciden con la salida de molinos eléctricos de una factoría próxima, lo que hace más encantadora la situación.

El polígono es de iniciativa pública, no crean ustedes que de malvada iniciativa privada. Por otro lado, si pasamos por otros terrenos de ese tipo, el desastre tiene otras magnitudes: los de la Zalia, en Xixón, y el Parque Empresarial de Bobes son eriales sin acabar ni ocupar. Y otro tanto puede decirse de otros muchos lugares. Eso sí, en cuanto al precio, nos encontramos entre los más caros de España, un 20% más el metro cuadrado, lo que explica que ahora se esté en época de rebajas.

En fin, la política de quienes tardaron tiempo en enterarse de que la economía eran más que las empresas públicas y de quienes llegaron a decir que el precio del suelo (Areces regnante) no influía en las decisiones de las empresas.

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