En el habitual reparto de roles entre buenos y malos, al Supremo por ahora le toca el de bueno, por su prudencia al suspender la declaración de los miembros de la Mesa del Parlament, y a la Juez de la Audiencia Nacional, Carmen Lamela, el de mala, por mandar a la cárcel a Junqueras y varios consejeros. Personalmente pienso que la prisión de estos es una verdadera desdicha, que encona el conflicto y favorece al independentismo en un escenario electoral, pero ese deplorable resultado no debe influir en la idea que uno se forme de la Juez, cuya misión no es hacer política, sino aplicar la Ley. A quien quiera juzgar a la Juez (algo sin duda legítimo) y hacerlo con fundamento, le pido que antes lea despacio el Auto de prisión, en el que junta todos los cabos que nos querían hacer creer que iban sueltos. Al hacer esto ya ha prestado un buen servicio, aunque la verdad a veces sea una desdicha.
