A la jueza Lamela se le acumula el trabajo: en pocas fechas tendrá que decidir si abre juicio oral y contra quién para dilucidar la responsabilidad penal de los supuestos responsables de las presuntas irregularidades en las obras de ampliación de El Musel; y dilucidar también qué hará con los miembros del Govern de Cataluña que mandó enchironar, como a los "Jordis".
Si no fuera por su apariencia humana, cabría pensar que la titular del Juzgado Central de instrucción número 3 de la Audiencia Nacional es una "superwoman". Por su mesa han pasado asuntos tan relevantes -y mediáticos- como el "caso Bancaja", por unos créditos supuestamente irregulares de 520 millones de euros; y la investigación contra el expresidente del Barcelona Sandro Rosell, que aún se encuentra en prisión preventiva en la cárcel de Soto del Real por el presunto blanqueo de comisiones ilícitas. También el "caso Abengoa", en el que la jueza investigó las indemnizaciones millonarias que cobraron los directivos de esta multinacional energética cuando la bancarrota era inminente, fue suyo. Como también la agresión que sufrieron en Alsasua dos agentes de la Guardia Civil, asunto que está pendiente de señalamiento.
Dicen los hagiógrafos de Lamela que es jueza seria, discreta, rigurosa y concienzuda, que detesta a los periodistas y que suele darle rapidez a sus decisiones. Lo que hace pensar que sea abrir juicio oral contra los 31 investigados de El Musel o archivar la causa de la polémica ampliación y los sobrecostes no se demorará mucho en el tiempo. Que así sea, pues el puerto de Gijón no debe permanecer ya por más tiempo en lamentable entredicho.
