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La lengua, compañera del imperio

La desaparición del castellano de los centros docentes catalanes

Hay que reconocer a los líderes nacionalistas catalanes un mayor grado de habilidad política que la mostrada por los dirigentes políticos de Madrid. Y esto a pesar de los rasgos discriminatorios y, hasta en ocasiones, racistas de los gobernantes de la Generalitat. Contando con mayor número de hablantes en castellano y con la titularidad de los centros docentes en todos los niveles educativos en Cataluña, el gobierno central se ve desposeído de toda la enseñanza en español, que desaparece prácticamente en todos los niveles educativos de la enseñanza oficial. A mí esta situación me recuerda los partidos Oviedo-Barça de hace más de medio siglo, cuando Diestro disputaba la pelota a Kubala, y éste le hacía "un sombrero" con el balón, hasta que el defensa azul se quedó en las manos con un trozo de paño catalán, de la camiseta del delantero azulgrana. Los nacionalistas catalanes les han hecho "un sombrero" a los gobernantes de Madrid y, si ahora, éstos quieren recuperar la enseñanza del español, imprescindible para evitar la secesión de Cataluña, tienen que arrancarles, como Diestro a Kubala, la camiseta a los secesionistas. Todo esto sucedió a pesar de los reiterados avisos de los españoles más lúcidos a los más torpes, desde que en el siglo XV se constituye la España Moderna con los Reyes Católicos. Uno de los españoles mejor formados de aquel tiempo, Antonio de Nebrija, que estuvo vinculado a tres de las mejores universidades de aquella época: Salamanca, Bolonia -donde permaneció diez años y llegó gracias al Colegio Español fundado por el cardenal Gil de Albornoz en 1364- y Alcalá, ya advirtió en el prólogo a la primera gramática de la lengua española, en 1492, "que siempre la lengua fue compañera del imperio y que de tal manera lo siguió que juntamente comenzaron, crecieron y florecieron y, después, junta fue la caída de entrambos". Puede decirse que, ya entonces, Nebrija sabía bien lo que tenía en casa. Pero, como si cantara, seis siglos después nadie quiso aprender la lección. En nuestra última transición a la democracia, tan admirable en muchos aspectos, nadie sabía ya que "hablaba en prosa", como un famoso personaje de Molière, nadie reconocía la gran relevancia política y social del plano lingüístico. Sí sabían bien que "hablaban en prosa", y reconocían la importancia primordial de la lengua los participantes en las Cortes Constituyentes de la II República, cuando discutían el texto, en mayo de 1932, del Estatuto de Cataluña: "Lo que no puede hacer el Estado es abandonar su lengua en ninguno de los órdenes, y menos en el universitario"-sostenía Ortega y Gasset. En aquel Estatuto había lugar para la lengua y cultura españolas y para la lengua y cultura catalanas. Este equilibrio se rompió con la Guerra Civil. En los años cuarenta, había en el patio de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Barcelona un gran cartel que decía: "Habla la lengua del Imperio". La represión sobre la cultura catalana era total, nadie se atrevía a quitar el famoso cartel de la Facultad de Letras. Cada día se fusilaban unos veinte demócratas y el ruido de la descarga, de la fusilada se oía en parte de la ciudad. Como Tirano Banderas, el famoso personaje de Valle Inclán, también los gobernantes de entonces creían que "el rigor es saludable".

Resulta sorprendente que en los Estatutos de 1976 y, sobre todo, en el de 2006, se considerara tan irrelevante el plano lingüístico como para dejarlo totalmente en manos de los nacionalistas particularistas, cuando en las más importantes corrientes del pensamiento europeo del s. XX se subraya la importancia del lenguaje. En el verano de 1950, Stalin publica cinco artículos en el diario "Pravda", con su firma, discrepando del lingüista oficial Nicolai Marr, quien consideraba la lengua como una mera superestructura, como un simple reflejo de las relaciones de producción o de propiedad. Stalin desautoriza la aplicación que hace Marr de la célebre distinción establecida por Marx ("Contribución a la Crítica de la economía política") entre base -relaciones económicas- y su reflejo ideológico, o superestructura. Stalin, el temible Stalin, conoce bien la importancia del lenguaje por la cantidad de compatriotas que se tiene que llevar por delante para poder articular en Rusia el idioma principal, el ruso, con los idiomas regionales. Por aquellos años, 1947, publica Heidegger, desde una posición bien alejada de la de Stalin, "Carta sobre el humanismo", donde se formula la célebre y enigmática frase que subraya la importancia del plano lingüístico: "El lenguaje es la casa del Ser". En fin, el interés especial por el análisis del lenguaje ordinario y el análisis lógico se da en la Filosofía Analítica, corriente filosófica predominante en todo el mundo anglosajón, y con presencia también en España.

La única forma eficaz de enfrentarse a los nacionalistas particularistas es siendo más demócratas que ellos mismos, aplicando la democracia, es decir, la voluntariedad, la libertad de elección, en primer lugar a los derechos lingüísticos, que los nacionalistas particularistas no suelen respetar, manteniendo el respeto a las distintas opciones lingüísticas que coexisten en un país. Manteniendo los gobiernos las responsabilidades lingüísticas en su ámbito de jurisdicción y recordando siempre, con el gran humanista de Lebrija, que la lengua es compañera del imperio.

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