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Archivera-bibliotecaria de la Junta General

El arca de la Historia

La recuperación de un valioso fondo documental clave para comprender la crónica de Asturias desde la Edad Moderna

Inicia la colección de las Actas Históricas de la Junta General una reunión celebrada en diciembre de 1594. Todos los procuradores de entonces, convocados como era costumbre en la sala capitular de la Catedral de Oviedo, recibían las Ordenanzas Generales, llamadas de Duarte de Acuña y sancionadas por Felipe II. Y entre los acuerdos de aquella sesión uno expresivo:

Y porque las nuevas Ordenanças Reales y el libro de asiento que agora se comiença a escribir y los demás papeles de importancia se an de poner en un archivo? o cajón que está echo, para ver si es capaz y suffiçiente y si tiene las tres cerraduras y llaves, y si no las tuviere acérselas poner; y siendo tal, meter en él las dichas escripturas? y aya libros de asiento en que se escrivan los acuerdos? los quales libros, con todos los demás papeles de ymportancia, estén en un arca de tres llaves y tenga la una el corregidor, otra uno de los diputados y la otra el escribano.

Ahí empezaba una colección de libros originales que recogían lo que pasaba en las sesiones de las Juntas Generales y sus diputaciones. Un fondo que cuenta la vida de una institución clave para el conocimiento de nuestra historia moderna hasta el primer tercio del siglo XIX, con la creación de la Diputación Provincial. El parlamento asturiano, denominado en el Estatuto de Autonomía Junta General del Principado de Asturias, tomó el acuerdo de ir editando las actas y libros de su predecesora nominal.

Fuimos el único parlamento territorial de los surgidos tras la Constitución Española de 1978 que nos llamamos Junta. En las restantes comunidades autónomas, las Juntas así llamadas son el Gobierno (Galicia, Andalucía, Castilla-La Mancha o Castilla y León). Los parlamentos autonómicos se intitularon parlamento, cortes o asamblea. Esta "peculiaridad" nuestra generó al principio de la etapa autonómica una cierta confusión. Fundamentar históricamente el nombre del parlamento también estuvo en el origen del proyecto.

La histórica Junta General se había formado en el medievo, impulsadas las reuniones concejiles tras la constitución del Principado de Asturias como territorio ligado al heredero al trono, allá por 1388. No era un parlamento en sentido actual, ni unas cortes al uso de las de otros territorios. Estaba presidida por el corregidor o gobernador real temporal, obligado a comparecer ante ella para jurar su cargo. Debía convocarla para debatir asuntos de "gobierno" o peticiones de la Corona. La Junta estaba integrada por los notables locales de cada concejo, agrupados en partidos territoriales, más los de Obispalía bajo dependencia de la influyente mitra ovetense. Carecían las Juntas de capacidad legislativa. Las ordenanzas debían tener sanción real, pero redactó normas que se aplicaron en todo el Principado. Decidía el reparto de impuestos, y levas de soldados, el nombramiento de cargos importantes y del procurador general, el arreglo de caminos y puertos, el comercio, la administración de justicia? Pocas cosas escapaban al conocimiento de la Junta General. Por eso se la definió como "ayuntamiento general de Asturias".

Las redacciones de los escribanos de aquellas reuniones, más frecuentes de lo que muchos dicen, dibujaban el panorama social y político en esa Edad Moderna de un espacio alejado del centro del poder del reino, oculto tras unas montañas casi infranqueables, pero con una historia a sus espaldas de orgullo primigenio que se exhibía cada vez que había que reclamar trato preferente, pues no en vano había sido el solar donde había nacido el imperio. Salen de la letra de aquellas actas los grandes y orgullosos Camposagrado, Valdecarzana o Toreno, poniendo en apuros a los corregidores ajenos a la Asturias a la que estaban destinados temporalmente. Pero también se pasean otros muchos representantes concejiles de nombres conocidos en las historias locales, tutelados o no por los grandes, no siempre en relación amistosa. Y, ¡cómo no!, tienen cabida las demandas abundantes de la gente de a pie, gremios diversos, marineros, campesinos agobiados por los impuestos, viudas en apuros, escribanos, impresores o porteros reclamando salarios. Acontecían guerras para las que había que suministrar hombres y recursos, escasos ambos. Sobrevenían pestes, malas cosechas, inundaciones o sequías; de todo hubo. Pero también se abrió la Universidad, llegó el maíz que palió el hambre endémica del escaso terruño, se liberó en la paz el comercio de avellanas o naranjas o ferrerías, se arreglaron los puertos para propiciar mejor pesca, se protegieron los bosques de las talas ilegales, se atendió a la salubridad y el desamparo infantil, se programaron fiestas? Cierto que ayer y hoy en los escritos públicos pesa más lo malo que lo bueno. Son las actas caja de resonancia de la vida regional.

Por la lectura en original impracticable para el común de los mortales, fue este fondo archivístico recurso para investigadores avezados. La colección publicada dio la oportunidad de un acceso más amplio a todos, con la intención siempre manifiesta de facilitar al investigador, académico o no, su trabajo. Supervivientes de los avatares de la historia durante cientos de años, las actas de la histórica Junta General han visto la luz pública desde 1997. Antes, otros proyectos quedaron por el camino. Publicados seis tomos en papel, ya en el año 2014 se adoptó la renovación del proyecto transformándolo en una edición digital. Ahora, este 2018, asistimos a la presentación de diez tomos que suponen más de un siglo de recorrido por la Asturias de un complejo y difícil siglo XVII. Esta edición de ahora estará pronto accesible desde la web de la Junta General.

Desde 1594 hasta 1700 pasean por las Actas editadas reyes (los Austrias finales, desde Felipe II, Felipe III, Felipe IV y Carlos II), regentes como Mariana de Austria, grandes mandatarios como el polémico Conde-Duque de Olivares, pero también altos funcionarios de la Corte y 35 corregidores-gobernadores que buscaban en su mandato en Asturias la promoción a puestos más relevantes. Algunos dejaron una impronta especial. Otros tuvieron sus más y sus menos con los influyentes nobles poco dados a recibir órdenes. Hubo incluso quienes fallecieron en el cargo.

Pese a las previsiones de cuidado extremo de los "papeles" guardados en un "arca de tres llaves", que acordaron los procuradores, algunos se perdieron; otros formarán parte de expedientes en otros archivos en la Chancillería vallisoletana o en la cancillería real; dormitarán en otros fondos públicos o pasarían, con o sin intenciones aviesas, a particulares de alguna casona nobiliaria. Esa recuperación será con el tiempo posible.

Pocos proyectos editoriales tienen la trayectoria temporal de esta colección. Ello se debe a que se trata de una labor de equipo en la que la actual Junta General del Principado de Asturias se ha implicado siempre. El apoyo explícito de los presidentes de nuestro parlamento, de las mesas de la Cámara, del Letrado Mayor y la administración parlamentaria han sido básicos. Fundamental para que todo saliera bien el buen hacer de nuestros ya 22 becarios y la dirección solvente de Josefa Sanz Fuentes, catedrática de Ciencias y Técnicas Historiográficas, valor seguro para tratar con rigor los difíciles originales. El trabajo nos ha permitido estrechar lazos con el Archivo Histórico de Asturias, custodio del fondo Junta General, y durante años con el Real Monasterio Benedictino de San Pelayo, cuyos venerables muros y sus moradoras acogieron décadas el archivo regional y lo cuidaron; también con otros archivos asturianos o nacionales cuando tuvimos que completar datos.

Esos viejos, amarillentos y tachados papeles, agrupados en libros que han sufrido mil y un calamidades, son testigos de muchas vidas. Ahora que andamos metidos en eso de la administración electrónica, redoblemos el rigor para que no nos pase lo que al mundo distópico, radiactivo y lluvioso de Blade Runner 2049 que se quedó, tras décadas de apagón, sin sus archivos digitales y permaneció tan solo el papel viejo de los registros. Aprender del pasado es una inversión de futuro.

[El próximo jueves, día 28, la Junta General del Principado de Asturias presentará esta obra y la continuará?]

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