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Noticias con fútbol

La repercusión de la eliminación de la selección española del Mundial

Cuando uno llega a cierta edad se cree curado de espantos y la existencia transcurre con parsimonia. Lees los titulares de prensa, soportas los telediarios, escuchas a Carlos Alsina, José Ramón Lucas y sus tertulianos, tomas nota de lo que se comenta por las aceras y en las barras de los bares, te intriga lo que planteará el vecino del séptimo al montar en el ascensor y, como buen estoico, buscas la paz del alma y soportas este valle de lágrimas con resignación. Las noticias, si es que en algo te afectan, procuras que sean de refilón, aunque en algunos casos te ponen los pelos de punta. Sobremanera si los que las promueven se apellidan Trump, Salvini o cualquier colega suyo con similar bagaje intelectual.

Cuando los encabezamientos en letra grande y a cuatro columnas llegan al gran público, en función de su impacto y del medio que los publique, hemos de titularlos como alarmantes, desoladores, inverosímiles, fiables, luctuosos, candentes, refrescantes?, en escasas ocasiones nefastos, salvo cuando atentan contra el "Honor Nacional", como en la tremebunda catástrofe que estalló en el punto de flotación y resquebrajó los cimientos de la Madre Patria, sumiendo a una gran mayoría de nuestra población en una galopante depresión y, al resto, por contagio, en seres dignos de que la Seguridad Social tome medidas preventivas con cargo a los Presupuestos Generales del Estado.

Inmerso en confidencias, he de confesar que a este humilde servidor la tragedia tampoco le ha dejado indemne. No en vano llevo un mes de pre, mas los días que amargamente van transcurriendo de post, ¡así me siento de frustrado! Ustedes, por propia experiencia, confirmarán que es para notarse así. A mí, que había comprado tres camisetas diferentes de España y adornado con una bandera nacional cada balcón que da a la calle, terminaron por amargarme la existencia; por convertirme en un sufridor a perpetuidad.

¿Cómo es posible que los mejores jugadores del mundo -los que todos vaticinábamos como vencedores, nunca mejor dicho por goleada, en el Mundial de Rusia- hayan vuelto para casa con la mirada perdida y el prestigio bajo el sobaco? ¿Cómo vamos a soportar las jornadas que restan del campeonato sin el brillo de la Roja? ¡Esto es el fin del Mundo! ¡El ocaso de los dioses! ¡La maldición de Ra

Así erróneamente pensaba. Bueno, es más, enfermo de desánimo compré víveres suficientes y me recluí en el salón de casa. Tan solo observaba el paso de los días desde el mirador. ¿Saben lo que vislumbraba desde él? Hombres y mujeres que, a modo de cíclopes, sobre los hombros no portaban cabezas, sostenían balones de fútbol con un único ojo. Los infantes, por el contrario, ostentaban la mollera de Naranjito 82. ¡Tremendo! ¡Qué poco faltó para volverme loco!

A mi auxilio acudió una noticia, gloriosa por pintoresca, publicada por este mismo periódico: "La Roja vacía el HUCA". Lo primero que se me vino a la cabeza fue que la Marea Roja, la que también afecta a los mejillones, había causado una letal epidemia entre los pacientes del hospital y, al conjunto de ellos los había enviado a rellenar las urnas de incineración. Quirófanos, laboratorios, habitaciones, pasillos, cocina?, todo desocupado. Directora, médicas, enfermeras, auxiliares, limpiadoras, hasta el vendedor de la ONCE, todos al paro por ausencia de dolientes. Pues, sintiéndolo mucho, mi gozo en un pozo. El beneficio era parcial, apenas un tanto por ciento, eso sí, considerable, porque algo similar sucedió en el resto de hospitales del reino (salvo en Cataluña).

La gran benefactora, responsable de que la vida hospitalaria se hubiese reducido, con el consiguiente ahorro para las arcas del estado y el desahogo de trabajo en todos los departamentos, había sido La Roja, la Selección Española de Fútbol, con todos sus dirigentes al frente, lo malo es que tan poco dura la alegría en casa del pobre ya que sin más nos devolvieron a la realidad. Imaginen que esto hubiera durado hasta la final, el PIB danzaría por los ministerios y Pedro Sánchez se perpetuaría en el poder. ¡Lo siento, no ha podido ser!

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