La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Catedrática de Organización de Empresas de la Facultad de Economía y Empresa | Aprendiendo del ocio (I)

El profesor como eje central del debate educativo

Podemos reconocernos de vacaciones cuando nos descubrimos a nosotros mismos perdiendo el tiempo, pensando en cuestiones estériles a los ojos de la mayoría, incluso de nosotros mismos. No obstante, sólo cuando somos lo suficientemente afortunados como para permitirnos que tal situación persista llega la cuadratura del círculo, de manera que el ocio se convierte en negocio, los pensamientos estériles en, definitivamente, los más útiles.

A mí me acaba de suceder y, paradójicamente (en opinión hasta puede que de muchos), de la mano de la filosofía, si bien esta cuestión la dejaremos para otra ocasión. En cualquier caso, no me negarán que ¡es una pena que esto no hubiera sucedido cuando nos preguntábamos (¿lo recuerdan?) sobre el sentido de las mónadas!

Dejemos de divagar, aunque resulte tentador, y entremos en materia. El ocio lleva a vaguear y a merodear por cualquier sitio. A mí me acercó a un libro de portada curiosa, cuya temática, al parecer, ha sido llevada a medios audiovisuales con gran éxito, aunque no en exclusiva, entre el público juvenil. La curiosidad fue más poderosa que yo, lo cual debo reconocer que no es producto del ocio, así que procedí al hojeo del mismo. Fue entonces la nostalgia la que me llevó a su definitivo, escrupuloso y exhaustivo ojeo.

Me fascinó aquel profesor de Secundaria (de Filosofía, aunque podría ser de cualquier otra materia), que se nos presentaba como tan actual, pero que, sin duda, podría descubrirse también si nos remontamos a unas cuantas décadas atrás.

Se trata de un Pepito Grillo, que despierta a sus estudiantes. No sólo eso, sino que los provoca con el único objeto de que sean mejores que él. ¿No desconfiarían ustedes de un profesor cuyo fin no fuera que sus estudiantes lo superaran? Recuerden a los mejores por los que ustedes han pasado, ¿cuál era su opinión al respecto?

Este libro nos muestra un ser humano que, frente a la imposición de ideas, tan sólo desea que sus alumnos sean críticos (incluso con él mismo). ¡Qué diferencia con aquellos otros que creen que leer dos editoriales con diferentes enfoques supone una especie de esquizofrenia! Porque, créanme, este otro tipo de docentes, por desgracia desde mi punto de vista, también existe.

La grandeza de este profesor no acaba ahí, sino que hay mucho más, pues afecta incluso a aspectos concretos de la vida diaria en un centro docente. Sólo por citar un ejemplo, se trata de aquel que organiza un viaje final de bachillerato sin grandes lujos con un objetivo prefijado: para que todas las familias puedan pagarlo y para que nadie pueda decir "¡Yo no fui!". Es más, se trata de quien ofrece un porqué: porque la próxima vez sus alumnos estarán en la universidad y, con uno de sus habituales ataques de honradez, además de apoyándose en su nutrida experiencia, así como en una valentía sin igual, realiza una valiosísima confesión: "en la uni no te espera nadie", a diferencia de lo que ha ocurrido hasta entonces.

Muchos más detalles permitirían definir con mayor precisión a este profesor. A mí me gustaría resaltar ese juramento al que induce a sus alumnos: "juro solemnemente (?) que seré libre y haré libres a los hombres y a las mujeres". ¿No les parece lo más utópico, a la vez que lo más útil y hermoso, que puede hacerse con un ser humano en desarrollo?

A estas alturas, algunos de ustedes pensarán que este es, efectivamente, un modelo de profesor, aunque, como tal, inexistente. Seguro que otros muchos de ustedes han podido poner un nombre propio a tal descripción. ¡Enhorabuena! (Lo siento, no he podido evitarlo). Acaban de descubrir, como yo, la inmensa riqueza con que entraron en la mayoría de edad. Son ustedes realmente afortunados. Otros probablemente no acaben de verlo y discutan la postura anterior, por cierto, haciendo uso de su propia libertad, lo que los convierte en seres humanos extraordinarios.

Este hombre honrado, inteligente, provocador, sensible, valiente, generoso y con fe en el ser humano (un ser, por lo tanto, libre y respetuoso) es, efectivamente, mi modelo de profesor. Hoy simplemente quería compartirlo con ustedes. Cuando se debate acerca de la educación, muy pocas veces se incluyen estas cuestiones. Sin embargo, a mí me parece un tema central, que, por otra parte, afecta al desarrollo práctico de esta sociedad de la cual todos formamos parte.

Continuaremos hablando de este profesor desde otra perspectiva, pues realmente sus contribuciones son ilimitadas, así que me atrevo a invitarles a descubrirlo por sí mismos sin el inevitable sesgo de quien actúa como un mero intermediario.

Compartir el artículo

stats