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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Filosofía a pie de calle

Antonio Rico, personaje uno y trino, es además seudónimo -o sea, nombre ficticio, como podrán deducir de la raíz griega del término- de un profesor de Filosofía que ejerce en Gijón y que el pasado jueves tuvo la ocurrencia de sacar a sus alumnos del Instituto Doña Jimena a la calle, a celebrar sobre el asfalto el día mundial de una especialidad que nos hace preguntas todos los días y que nos obliga a pensar, actividad intelectual que contraría a quienes mandan, pues más vale un tonto que vote que un listo que se abstenga.

Platón o Aristóteles, o Tales o Anaximandro sufren con frecuencia el desahucio de las aulas. Hasta al pobre Diógenes le despojan cada cierto tiempo de su humilde tinaja las sesudas mentes que organizan el sistema educativo español; hasta que llegan otros que restituyen al cínico a su habitáculo para que deje de mostrar a la sociedad sus vergüenzas (no las propias, sino las de los demás, que son las que más duelen). Habrá nuevas elecciones, volverán los de antes a gobernar y otra vez el filósofo será condenado al ostracismo (palabra que procede del griego óstrakon, la teja en la que se escribía el nombre de los que iban a ser desterrados). Y Sócrates será condenado de nuevo a la cicuta y Nietzsche rabiará de sífilis y los demás pensadores deberán conformarse con el caldo de la beneficencia, Prometeos redivivos a los que de día un águila devora el hígado que se regenera al caer la tarde, y así cada jornada, por los siglos.

Para llamar la atención popular en contra de ese desahucio vergonzoso, Antonio Rico liberó por un día a sus alumnos del aula y les puso a filosofar en el ágora, como si fueran discípulos del Liceo o de la Academia; como si Gijón fuera Atenas.

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