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José Luis Salinas

Una vida extra

De nada sirve ganar el derbi si luego el equipo cae humillado contra el Reus de Linares

El del sábado más que un partido, más que un derbi, parecía un videojuego. A ambos entrenadores les quedaba una vida y necesitaban ganar para pasar de pantalla. Y ya saben el final. Como muchos videojuegos aquello empezó de forma épica. Hay veces que los tráileres son lo mejor del juego, pero esta vez no. Así que esta historia comenzó con la pronta oscuridad de estos días de otoño haciendo resaltar las bengalas que acompañaron al autobús carbayón de la que salía del hotel de concentración hasta el campo. Guarden un secreto, pero ahí el Oviedo ya iba ganando el encuentro, aunque nadie lo sabía todavía. Ya se había marcado el primer gol, pero nadie lo había visto aún. Todo sin saltar al prao. Era como esos videojuegos de guerra en los que el protagonista vuelve a casa entre vítores de los suyos. Sólo que lo bueno aún estaba por llegar.

"Dale voz", ordenó Anquela al conductor del autobús cuando el vehículo encaraba la empinada recta del Tartiere. Por los altavoces sonaba el "Volveremos" de Melendi y el de Jaén iba camino de ganarse su vida extra. Y de hacerlo por méritos propios. El Sporting jugó en modo arcade y el Oviedo lo hizo a vida o muerte. Consciente de lo que suponía el encuentro. Bastó un Berjón a medio gas para fulminar en una primera parte excelsa al máximo rival de la categoría. Y quien le diga que los azules jugaron bien sólo los primeros quince minutos discútanselo, porque al final de la primera parte los carbayones habían hecho diez disparos por uno de los rojiblancos. Y el dominio fue arrollador.

La segunda parte fue otra historia, aun así el Oviedo mereció más. Mucho más. Hubo jugadores que no se arrugaron (no como en otros partidos) y llevaron al equipo en volandas a una victoria corta, pero más que merecida. Quizá se deba a que Tejera ha comenzado a jugar un pelín más adelante, donde realmente le gusta y donde es peligroso; a que ha vuelto "la pantera", Ibra está en un momento dulce, y al derroche y desgaste de Joselu, Javi Hernández o Bárcenas.

Anquela sobrevive en el banquillo (por méritos propios) y el Oviedo toma aire, mucho aire. Pero ahora llega un momento complicado, ya que estas emociones hay que saber gestionarlas. De nada sirve ganar el derbi si luego el equipo cae humillado el domingo contra el Reus del bueno de Linares (bienvenido a tu casa, otra vez). De nada sirve haber ganado el sábado si los carbayones vuelven a la mediocridad y a coquetear con los puestos bajos de la clasificación, a dejarse llevar por el rival y a manifestar una preocupante falta de concentración como ocurría en estos últimos partidos de Liga. De nada sirve volver ahora a las andadas. Si el cuerpo técnico es inteligente sabrá sacarle provecho a este subidón emocional en forma de puntos. Porque la grada está convencida de que hay mimbres para hacer un buen cesto y que hay capacidad de sobra para pelear por estar ahí arriba. Allí donde el Granada, el Málaga, el Dépor, Las Palmas y el invitado incómodo, el Alcorcón, se juegan la temporada. Si una lección positiva hay que sacar del derbi es que estos jugadores tienen orgullo y saben gestionar situaciones complicadas a las mil maravillas. Ahora hay que refrendarlo en el Tartiere y fuera cuando el rival ya no nos ponga tanto, cuando el encuentro ya no sea a vida o muerte. De momento, se han ganado una vida extra. Así que confíen en los de Anquela.

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